El
miedo es una emoción innata que nos sirve para defendernos de los peligros
externos, pero también puede ser aprendido debido a experiencias traumáticas
que pueden hacer que el temor se traslade también a objetos no relacionados
aparentemente con ellas, como ocurre con las fobias.
El
miedo al doctor existe en todos los niños que han tenido que someterse a
tratamientos médicos de cierta complejidad que les han producido algún tipo de
sufrimiento; o bien que han tenido que ser sometido a operaciones, u observar dietas muy estrictas; o que han debido ingerir medicamentos
desagradables que les provocaron molestias o desórdenes de intolerancia
digestiva o de cualquier otra índole.
En
muchas personas adultas suelen subsistir esos antiguos miedos, que se
manifiestan como rechazo al médico, evitando la consulta más de lo aconsejable
en ciertos trastornos.
La
realidad es que el cuerpo de todo ser humano está perfectamente diseñado para
estar sano y que lo anormal es estar enfermo.
La
enfermedad es un desequilibrio de la unidad cuerpo mente que se manifiesta en
función de la predisposición genética que hemos heredado, de la personalidad, las
condiciones ambientales y relacionales y de la conducta.
En
general, un trastorno físico está acompañado del trastorno psíquico que causan
las emociones perturbadoras, como pérdidas afectivas o patrimoniales,
frustraciones, situaciones de abandono, ansiedad, soledad, ambición desmedida, estrés,
maltrato, falta de motivación, o falta de adaptación a los cambios evolutivos
existenciales.
Un
buen médico es el que sabe escuchar y le presta la misma atención al síntoma
que al problema que está atravesando su paciente.
Cuando
una dolencia no desaparece luego de un primer tratamiento basado en un
diagnóstico presuntivo, todo profesional tiene que recurrir a otros estudios de
laboratorios y a diagnósticos por imágenes, para luego, con la ayuda de estas
prácticas poder hacer un diagnóstico más preciso.
Para
muchos, la devolución de los resultados suele ser atemorizante y la tendencia
de la mayoría es pensar lo peor, sin tener en cuenta las estadísticas, que son
las que pueden tranquilizarlos y ayudarlos a pensar de una manera más
optimista.
Los
médicos están de acuerdo en afirmar que la gran mayoría de las personas que
concurren a sus consultorios no tienen enfermedad alguna; un pequeño porcentaje
presenta algún tipo de patología que pueden controlar con el tratamiento adecuado y apenas unos pocos son los que tienen un trastorno severo
de pronóstico reservado.
Sin
embargo, la gente piensa diferente y se empeña en creer que cuando visita al
médico lo más probable es que deberá enfrentarse a un diagnóstico serio.
Cuando
se desarrolla una enfermedad, un factor decisivo para la cura es la actitud que
tiene el enfermo; porque si su deseo profundo es vivir, esta es una ventaja que puede hacer la diferencia
entre la vida o la muerte.
Además,
los medicamentos sembrados en terreno fértil son los que dan los mejores
resultados. La prueba es el efecto que
tienen los placebos, que aunque no contienen ningún principio químico activo
igualmente pueden producir los beneficios deseados si el paciente cree en sus
efectos.
Aún
no se ha investigado en profundidad cómo actúan los placebos y en qué medida
influyen las creencias de todo tipo en la recuperación de la salud.
Pero es un hecho que toda enfermedad expresa un determinado estado de ánimo; porque es la manera que tiene el cuerpo
de avisarnos que estamos haciendo algo mal.
La
mente crea realidades y también enfermedades; tanto es así que nos programamos
para enfermarnos; pero si esto es verdad, es lógico pensar que también es posible
programarse para curarse.
Cada
persona es única, ya que no existen enfermedades sino enfermos; y los
diagnósticos pueden ser presuntivos o falsos.
El problema es que para
defendernos del temor a la muerte todos pensamos que es algo que nos ocurrirá, dentro de mucho tiempo, sin embargo, solamente estamos seguros de
estar vivos hoy.
Hace
24 años me diagnosticaron melanoma, un cáncer de piel particularmente agresivo
que puede producir metástasis.
Cuando
me dieron el diagnóstico lo que pensé fue que en ese momento me sentía lo más
bien, estaba trabajando y no tenía ningún síntoma.
En
ese momento tomé una decisión, no me preocuparía en absoluto mientras me
sintiera bien y seguí trabajando como si no hubiera pasado nada.
No
fue negación, fue aceptación, porque nadie está seguro de que va a vivir, más o
menos que otro, hasta el momento de su último suspiro.
Lo curioso es que me había programado, sin saberlo, para ese diagnóstico, veinte años antes, después que un médico me dijo que tenía que hacerme ver ese lunar que tenía en la espalda. Pero tuve miedo al diagnóstico y decidí en ese momento que iría al dermatólogo cuando tuviera veinte años más.
Como lo programé, después de veinte años fui al especialista quien me diagnosticó el melanoma.
Lo curioso es que me había programado, sin saberlo, para ese diagnóstico, veinte años antes, después que un médico me dijo que tenía que hacerme ver ese lunar que tenía en la espalda. Pero tuve miedo al diagnóstico y decidí en ese momento que iría al dermatólogo cuando tuviera veinte años más.
Como lo programé, después de veinte años fui al especialista quien me diagnosticó el melanoma.
Afortunadamente, la operación fue ambulatoria y bastante sencilla, pero tuve que hacer controles médicos durante cinco
años, y aquí me tienen, sana y salva.
Creo que estar preparado para la muerte permite apreciar más la vida.
Creo que estar preparado para la muerte permite apreciar más la vida.
MALENA
Publicar un comentario
Muchas gracias por participar de este espacio!
Ver Comentarios
Este tipo de miedo es uno de los que más me ha llamado la atención a lo largo de mi vida. En especial el miedo a los dentistas es muy llamativo. Como a todo miedo la clave es saber identificarlo, ya que bajo mi opinión muchas personas dejan de visitar a su médico por esta razón, aunque la enmascaran con una supuesta "dejadez".
ResponderEliminarHola Rubén, creo que la clave está en no resistirse a nada y entregarse a todo con fe en el orden natural, que en definitiva es la actitud que nos ayuda a no perder el equilibrio del cuerpo y la mente. saludos malena
ResponderEliminar