Florence
Nightingale
(1820-1910) fue una famosa sanitarista inglesa que llegò a ser conocida
en todo el mundo por su sacrificada labor como administradora y
organizadora sanitaria hospitalaria.
Nacida en el seno de una familia de la alta sociedad, su padre se preocupó en enseñarle personalmente idiomas, historia y filosofía, actitud poco común en aquellos tiempos, en que la educación de las mujeres se reducía a aprender a bordar, tocar el piano y a tener buenos modales con el objetivo principal de casarse con un buen candidato y tener hijos.
Nacida en el seno de una familia de la alta sociedad, su padre se preocupó en enseñarle personalmente idiomas, historia y filosofía, actitud poco común en aquellos tiempos, en que la educación de las mujeres se reducía a aprender a bordar, tocar el piano y a tener buenos modales con el objetivo principal de casarse con un buen candidato y tener hijos.
Sin embargo, ella
había nacido con otro destino, porque a los 17 años tuvo una revelación: su
misión en la vida era ser enfermera; y para poder concretarla debía prepararse
adecuadamente y principalmente ser soltera y libre.
Como era previsible,
sus padres se opusieron a semejante vocación, sin embargo, aceptaron que estudiara
matemáticas, disciplina que no se consideraba adecuada para una mujer en esa
época, que le permitía analizar los datos de los informes del gobierno sobre
las condiciones de salud en Gran Bretaña, que le proporcionaba Sidney Herbert,
un integrante del Parlamento allegado a la familia.
En poco tiempo,
Florencia Nightingale se convirtió en una verdadera experta sobre la situación
sanitaria de su país y a los treinta y un años logró convencer a sus padres
para que le permitieran estudiar enfermería durante tres meses en una institución
alemana.
Cuando finalizó su
capacitación tomó a su cargo la dirección de un sanatorio para mujeres de la alta
sociedad hasta que en 1853 Inglaterra y Francia se enfrentaron a Rusia en la
guerra de Crimea.
Las noticias que
llegaban de los hospitales británicos en el frente eran muy desalentadoras; los
soldados se morían de infecciones y debido a la falta de personal sanitario
idóneo, ya que solamente contaban con la presencia de las hermanas de caridad francesas para cuidarlos.
Sidney
Herbert, que
era el Secretario de Guerra y amigo de Florencia, la envió con un grupo
de enfermeras, quienes arribaron a Turquía, país que en esos momentos
estaba atravesando la situación más dramática
y desesperada de su historia.
El Hospital Militar
de Scutari era un caos, los soldados heridos permanecían sin atención médica,
tirados en los pasillos cubiertos de sangre, el olor era repugnante, las
cloacas habían desbordado y el piso y las paredes estaban sucios; los insectos
y las ratas habían invadido las dependencias y la comida y el agua estaban
contaminadas y casi la mitad de los pacientes moría después de entrar al
hospital.
Florencia no
solamente tuvo que luchar contra la suciedad y las plagas sino que también se
tuvo que imponer contra el rechazo de los jefes y médicos militares que no
querían a las mujeres en el hospital.
Sin embargo con
dinero que le proporcionaron el gobierno y algunas de sus amistades, pudo
utilizar sus influencias para imponer su voluntad de ordenar la administración
y sacar el mejor provecho de los recursos.
Florencia
Nightingale logró reparar las cloacas, organizó la lavandería fuera del
hospita y, ordenó que las enfermeras no sólo se ocuparan de la asistencia a los
heridos sino que también hicieran la comida y la limpieza.
En poco tiempo, la
tasa de mortalidad en el hospital había
descendido significativamente y los pacientes que estaban mejor ayudaban a
atender a los más graves.
Bajo la mirada
celosa de Florencia que se paseaba día y noche por todos los pasillos del
hospital visitando a todos los internos y exterminando ratas, las cosas fueron
mejorando progresivamente.
Cuando terminó la
guerra, Nightingale volvió a Inglaterra gravemente enferma, pero no quiso aceptar
ningún reconocimiento y se enclaustró en su casa.
Permaneció durante
50 años en cama, sin embargo se convirtió en una de las mujeres más poderosas
de Inglaterra dedicada enteramente a cambiar el sistema de salud del ejército
inglés; hasta el punto de resultar más fácil conseguir una entrevista con la reina que con ella.
Florencia
Nightingale logró fundar una Escuela de Enfermeras modelo para el mundo y además, que
se instituyera un Departamento de Salud en el gobierno de la India, que en esa
época era colonia inglesa, siendo ella misma la autoridad máxima.
Murió a los noventa
años pacíficamente en su cama, concretando su misión en la vida como defensora
y administradora de la salud pública de su país.
Fuente: “Vidas
perpendiculares”; Ana María Shua.
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