La Identidad Digital


En las redes sociales algunos se muestran como son y otros intentan reflejar cómo les gustaría ser, logrando que su identidad se transforme en otro diferente al existente, un ser digital para vivir en un mundo virtual.

Otros ven en Internet la oportunidad de mostrar al mundo su propia intimidad, de exhibir públicamente su vida íntima, sus relaciones, su familia, como los famosos de la farándula. Así, su privacidad va quedando al descubierto, la introspección pierde vigencia y da lugar a la exposición de los atributos más íntimos haciendo posible el despliegue de las fantasías más audaces.

Toda esta gama de posibilidades que brinda internet, tiene el alto costo de que difícilmente se pueda deshacer; por eso es imprescindible ser prudente a la hora de publicar, ya sea datos demasiados precisos de la vida privada o totalmente alejados de la realidad.

¿Por qué se pretende ser otro si es más fácil ser el que se es con discreción para decir lo que se tiene que decir? Porque es la única forma de ser original, creativo y distinto.

Querer ser otro significa no estar contento consigo mismo, no valorarse como persona diferente que tiene mucho para dar y seguramente algo nuevo que decir.

Estar insatisfecho, sentirse vacío por dentro, no sentirse a gusto con la vida puede hacer que una persona invente a otra para ser quien no es en un medio virtual que se lo permite pero que lo obliga a continuar reinventándose dirigido por la mirada del otro pero anulándose a sí mismo.

Un uso saludable de la tecnología es mantener la coherencia entre lo que hacemos, decimos y somos en el mundo real y lo que brindamos al mundo virtual, siendo lo suficientemente discreto como para mantener la privacidad, limitándose a dar o decir lo que cada uno tiene para dar o decir.

Tener presente que el tiempo pasa, que el mundo cambia y que nosotros también cambiamos y que de pronto lo que publicamos alguna vez nos parecerá obsoleto y ridículo, tal como nos impresionan las fotos de un viejo álbum cuando las miramos después de muchos años, con la diferencia que su contenido estará siempre a disposición del público.

Pero entonces será tarde porque será muy difícil deshacerse de esas imágenes que hasta pueden ser usadas para desprestigiar si es que alguien involucrado llegara a tener una posición pública.

La vida privada hecha pública es como un arma cargada en manos de gente inescrupulosa que busca beneficiarse con los vaivenes de la intimidad que pueden servir como caldo de cultivo para los chismes públicos más virulentos.

Preservar lo personal y mantenerlo en el ámbito privado sin esparcirlo como reguero de pólvora para que explote algún día en algún medio de comunicación con fines espurios, es lo mejor para no crear un perfil que manche la reputación on line para siempre.

Malena