La Casa tomada por un acumulador compulsivo


Seguramente, cuando Julio Cortázar escribió el libro “La casa tomada” se inspiró en un acumulador compulsivo.

Aunque él se refiere en su cuento a algo indefinido que va invadiendo la casa de a poco, hasta fagocitarla del todo, el acumulador compulsivo intenta hacer lo mismo.

Un acumulador compulsivo o una acumuladora, básicamente se aferran a las cosas materiales y atesoran hasta lo más insignificante, tienen características de personalidad depresivas, con tendencia a destacar todos los acontecimientos negativos; son solitarios, poco sociables, inseguros y rutinarios; y tienen muy baja su autoestima; y además también pueden ser egoístas, narcisistas, obstinados y dominantes.

Como los acumuladores compulsivos no tienen conciencia que su problema es una enfermedad, jamás consultan a un psiquiatra ni a un psicólogo, simplemente porque ellos creen que lo que hacen es lo correcto, o sea valorar todas las cosa materiales hasta que de ellas no queda más nada.

Una forma de encarar este problema, cuando se tiene la desdicha de compartir la casa con un acumulador compulsivo, es circunscribir su territorio y permitirle guardar lo que desee en una sola habitación. Claro que hay que disponer de un ambiente extra para que ponga todas sus pertenencias, pero si disponen de ese lugar, es una buena forma de lograr mejorar la convivencia.

Aunque ese lugar termine siendo un verdadero caos, con sólo cerrar la puerta se terminará el problema, porque el convenio incluirá respetar el resto de la casa.

Sin embargo, siempre existirá el peligro de que poco a poco, casi imperceptiblemente, intente trasgredir las reglas y ocupe con su basura otros rincones prohibidos, por eso hay que estar atentos y no permitírselo, retirando esas pertenencias de esos lugares y depositándolas en el que corresponde.

No es fácil convivir con un acumulador compulsivo, o con una acumuladora, porque además, tener su habitación llena de cosas les impide tener un lugar libre para hacer sus respectivas tareas, y entonces, con esa excusa pueden llegar a invadir las mesas del living o del comedor, acaparando cualquier espacio libre que encuentran.

Este es su modo inconsciente de marcar su territorio y desalentar de esa forma cualquier intención de que aparezca algún extraño, porque en definitiva, lo que están comunicando es que no están dispuestos a recibir a nadie y que prefieren estar solos.

Los acumuladores compulsivos se encariñan con su ropa usada y suelen guardar las nuevas hasta que de las viejas no queda ni una sola hilacha; porque no les importa la moda ni su apariencia, y porque prefieren estar cómodos; por eso suelen andar con camisetas agujereadas, remeras descoloridas, camisas gastadas o pantalones raídos, que jamás se animarán a desechar por ser viejos.

Terminarían como linyeras si no tuvieran a nadie que les señale que se están comportando como locos.

Malena