Vernos
a nosotros mismos por medios digitales puede cambiar nuestra conducta y nuestro
modo de pensar, ya sea para ser mejores o peores.
Hoy
en día podemos tener un amigo imaginario en forma de avatar capaz de hacer todo
lo que no nos sentimos capaces de realizar en nuestra vida real.
Gracias
a la fotografía digital, los avatares de
los videojuegos pueden adoptar la fisonomía de cualquier usuario y ejercer una
considerable influencia en él.
La
representación visual de uno mismo puede influir en nuestra conducta, en nuestra
forma de pensar y de sentir.
Observando
solamente unos minutos a un avatar que se nos parezca se puede mejorar el desempeño social, aliviar la
ansiedad, modificar la opinión sobre personas o cosas, ayudar a cambiar el
estilo de vida y a tomar la decisión que más nos convenga en una determinada
situación.
Es
ampliamente conocida la influencia que pueden ejercer en la conducta y en el
aprendizaje, los maestros y profesores que logran que sus alumnos se
identifiquen con ellos.
Las
investigaciones realizadas demuestran que las personas que se proyectan en los
avatares de los videojuegos, también se identifican con ellos, circunstancia que contribuye a facilitar el
aprendizaje.
Los
avatares nos permiten adelantarnos a los resultados de nuestras posibles
intenciones, como por ejemplo, vernos más delgados antes de iniciar una dieta;
o ver cómo nos queda la ropa antes de comprarla, vivir cualquier fantasía y poder evaluar con
anticipación cómo nos sentiríamos si la hacemos efectiva en la vida real y hasta motivarnos a practicar ejercicio
físico.
Estos
modelos suelen ser tan persuasivos que podrían hacernos modificar hábitos dañinos que nos cueste cambiar.
Los
avatares también se están convirtiendo en una poderosa herramienta en psicoterapia para
el tratamiento de personas con fobias, traumas, adicciones, síndrome de
Asperger, claustrofobia y otras formas de ansiedad social; y están demostrando
ser tan eficaces como las otras modalidades terapéuticas tradicionales.
Pero
también los avatares o modelos pueden modificar tendencias a través de la publicidad, ofreciendo productos o promocionando candidatos políticos, a fuerza
de reiteradas repeticiones que llegan a convencer a mucha gente con convicciones poco firmes.
Los
avatares incluso pueden tener el poder de registrar en el cerebro recuerdos
falsos, principalmente en los niños, llegando a hacerles recordar con sumo detalle, situaciones que nunca ocurrieron.
Las
implicancias negativas de esta tecnología exige estar atentos para evitar ser despojado del poder de elegir libremente y ser conscientes de la importancia de estas influencias
que no son nuevas sino que siempre han existido y que todos hemos experimentado
de distintas formas desde la infancia.
Como ocurre con todo avance también este fenómeno produce retrocesos que hay que saber detectar y evitar para
no convertirse en títeres útiles para servir a los intereses de otros.
Malena
Fuente:
“Mente y Cerebro”; No.49/2011; “Mi avatar, mi mentor”; Samantha Murphy;
periodista y escritora especializada en las aplicaciones neurocientíficas de la
tecnología.
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