Los
sueños representan una continuidad de la conciencia, una continuidad hacia el
pasado, ya que provienen de impresiones, pensamientos o estados anímicos
vividos durante el día o los días anteriores; y una continuidad hacia adelante,
porque algunos de ellos producen notables efectos sobre la vida mental
consciente de los sujetos.
La
mayoría de los sueños los olvidamos, otros apenas los recordamos y muy pocos se
pueden reproducir con exactitud.
Contrariamente
al pensamiento consciente, los sueños suelen ser fantásticos y tan alejados de
lo que conocemos como real que resultan absurdos; sin embargo pueden tener un
significado y un sentido propio.
Un
sujeto puede no ser capaz de entender intelectualmente su sueño pero tampoco puede
explicar los fenómenos religiosos y sin embargo éstos pueden influir, guiar y
hasta orientar su vida
Para
poder analizar un sueño, como con cualquier otro proceso mental, hay que considerar en primer lugar, los
sucesos psíquicos que lo han precedido anteriormente, lo que revelará un
sentido y un alcance propio; pero como esto no es suficiente, se deberá utilizar
el método de las asociaciones libres relacionando la parte de la historia
personal del sujeto que se refiere al contenido del sueño; o sea encontrar su
causa y su finalidad.
Como
dice Freud, interpretamos el sueño y vemos que éste revela un deseo sexual
anterior insatisfecho que en el sueño aparece en forma simbólica en lugar de
una imagen sexual clara.
Para
Freud, las imágenes simbólicas tienen la intención de mitigar los sentimientos
de culpa, ya que los pensamientos y la conciencia moral son incompatibles.
La
moral sexual representa desde el punto de vista psicológico un factor
importante para los seres humanos. Las
comunidades primitivas solían tener con frecuencia reglas sexuales muy severas
y la sexualidad podía hasta considerarse un asunto sagrado.
Freud
reduce el significado de los sueños a la existencia de la necesidad de satisfacer un
deseo reprimido. Pero para Jung, el
determinismo sexual de Freud está incompleto.
Jung
relaciona el contenido de los sueños con la mitología, con el arte y con todo
el residuo arcaico de la historia del desarrollo filogenético humano.
Freud
explica que los sueños penosos son consecuencia del fracaso del simbolismo de la censura que no
pudo impedir la emoción dolorosa y mantiene su concepción del sueño como la
realización de deseos.
Jung dice que es
cierto que el sueño tiene una función biológica compensadora y que protege el
descanso disfrazado de símbolos, pero también lo puede interrumpir según la intensidad de
su contenido y cuando su función lo exige.
El
sueño tiene una función prospectiva anticipatoria, pero no en el sentido
profético sino en la capacidad de resolver problemas o de elaborar conjeturas
que a veces superan a las conjeturas que se hacen en estado consciente.
Para
Jung, la función prospectiva del sueño es la característica esencial del sueño y concluye diciendo que la función reductora del sueño es actualizar
esencialmente deseos sexuales infantiles reprimidos (Freud); de voluntad de
poder infantil (Adler) y de un residuo arcaico y colectivo de sentimientos,
pensamientos e instintos.
Jung
pudo constatar que los fenómenos telepáticos influyen en los sueños,
particularmente en una misma familia. No puede negar la existencia de casualidades demasiado increíbles que
por supuesto no atribuye a nada sobrenatural sino que considera que se trata de hechos que aún
permanecen inaccesibles para nuestro actual entendimiento.
Malena
Fuente:
“Los complejos y el inconsciente”; Carl G. Jung.
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