Educar a un adolescente eterno, se puede - Psicología Malena Lede



Para educar a un adolescente eterno se necesita tener firmeza y poner límites, dos condiciones esenciales que no significan ser ni autoritarios ni violentos.

Que los padres les señalen, con la mayor firmeza y convicción, el mejor camino para transitar en la vida es lo que los adolescentes necesitan y están pidiendo a gritos. De esa forma podrán sentirse seguros y protegidos y podrán aprender a tomar sus propias decisiones.

Los hijos que se niegan a estudiar y que tampoco quieren trabajar, se convierten para sus padres en serios problemas. Son jóvenes que se resisten a crecer, que se sienten fracasados antes de realizar ningún intento y que no pueden lograr proyectarse en el futuro como adultos.

Estas personas forman parte de una generación atrapada en la adolescencia, que no pueden encontrar su lugar en la sociedad y que parecen no tener otro interés más que en divertirse.

Por lo general, se trata de jóvenes que lo han tenido todo sin esfuerzo y que se han acostumbrado a conseguir lo que desean fácilmente.

No han desarrollado la capacidad de postergar o de vivir los procesos necesarios para alcanzar sus propósitos y lo quieren todo ahora.

Los padres pueden ser personas que tratan de ahorrarles todo tipo de contratiempos o sufrimientos, tal vez para que sus hijos no tengan que pasar por lo mismo que pasaron ellos, sin pensar que todos somos diferentes y que lo único que realmente gratifica a una persona normal, es sentirse bien consigo misma obteniendo lo que desea con su propio esfuerzo.

Estos jóvenes, que no experimentaron límites, se aburren fácilmente, no logran conectarse con ningún interés y abandonan cualquier iniciativa que les demande enfrentar responsabilidades o que les ocasione malestar o contratiempos; viviendo su vida como si fuera un video juego y pensando que con un click pueden controlar los hechos.

Los padres tienen que asumir su rol porque todavía están a tiempo de hacer lo que antes no hicieron, poner límites a su pretensión de vivir a costa de ellos, si ya tienen edad suficiente, diciéndoles que tienen que decidirse a vivir solos y trabajar para mantenerse.

Para lograr que se adapten a este requerimiento, lo mejor es reducirles las comodidades y cortarles el suministro de dinero; obligarlos a asear su cuarto, preparar su comida y lavar su ropa.

Aunque esta actitud de los padres parezca muy dura, los hijos a la larga suelen agradecérsela, porque es el empujón que necesitan para volar del cómodo nido donde nacieron.

La autoridad es un rol que implica para los padres señalar el camino por donde pueden transitar sus hijos y enseñarles a crecer obligándolos a asumir responsabilidades para llegar a integrarse como seres independientes, fuertes y seguros.

Malena
Fuente: “Hijos adolescentes”; Enrique Berner