Existen tres formas fáciles de meditar denominadas
Vipassana, que ha ayudado a alcanzar la iluminación a más personas en todo el
mundo.
Se puede decir que Vipassana es la forma más pura y
más simple de meditar, cualquiera puede practicarla y sacar los mejores beneficios
de ella.
Puede realizarse de tres maneras y se puede elegir
la que resulte más fácil o practicarlas todas a la vez.
La primera es tomando conciencia del cuerpo físico,
de los pensamientos y de las emociones en el momento presente.
Se puede meditar de esta manera permaneciendo
inmóvil pero también moviéndose, ya sea caminando, comiendo, bañándose, o practicando algún tipo de arte marcial,
porque se trata de ser consciente de los movimientos, de observar los
pensamientos y de ser testigo de las emociones que se sienten.
La segunda forma de meditar es prestando atención a
la respiración, siendo conscientes del
aire que entra y sale por las fosas nasales.
La tercera es prestando atención al ascenso y
descenso del vientre al entrar y salir el aire.
La respiración es el origen de la vida, permite trascender el tiempo y el espacio,
estar en el mundo y también más allá de él.
Con la práctica, la meditación se va consolidando y
la mente se va aquietando.
Cuando el sentimiento del Yo desaparece es cuando
llega el momento esperado de la iluminación, de experimentar la unión con el todo, momento que siempre llega y que los
transformará para siempre.
En posición sentados, con la espalda y la cabeza
rectas y manteniéndose inmóviles, el propósito de la meditación no es
concentrarse sino observar. Si surge
otra cosa se deja de observar la respiración o las propias sensaciones, los
pensamientos y las emociones y se presta atención a lo que esté ocurriendo, para luego, cuando es posible, volver a
observar la respiración, la entrada y salida del aire, los movimientos del vientre, el cuerpo
físico, la mente y los sentimientos.
Lo más importante en la meditación es el proceso de
observar y no lo que se está observando, sin emitir juicios, sin identificarse
con lo que surja, sin cuestionarse, sin preocuparse.
La meditación puede hacerse caminando dentro o fuera
de la casa; mirando el piso y prestando
atención al contacto de cada pie con el suelo.
Si surgen otros estímulos se aparta la atención de los pies y se presta
atención a lo que está ocurriendo, hasta
que sea posible regresar la observación a los pies.
Algunas personas dicen que no tienen tiempo de
meditar, pero hasta la gente más ocupada puede estar todo el día meditando, si actúa en forma consciente, prestando
completa atención a lo que está viviendo a cada instante.
Estamos acostumbrados a vivir en forma automática,
sin tener conciencia de lo que hacemos, pensamos o sentimos, dejando que la vida pase a nuestro lado sin
que nos demos cuenta.
Actuar, pensar y sentir concientemente significa
vivir intensamente el presente, sin las preocupaciones del pasado o el miedo al
futuro.
Malena Lede – Psicóloga
Fuente: “Meditación – La primera y última libertad” –
Osho.
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