INTRODUCCIÓN
Pocos fueron los que pudieron imaginar que
una pandemia como la que hemos padecido y que aún nos sigue amenazando, iba a asolar alguna vez al mundo, con tanta
saña, furor y eficacia, como en otras
épocas lo hicieron otras epidemias aún peores que diezmaron poblaciones enteras y segaron la vida de millones de
personas, pero con menores posibilidades de expandirse por todo el planeta.
Ahora, cuando la civilización está casi totalmente
interconectada, no se pudo evitar que una
epidemia que se inició en el mes de Diciembre de 2019, en Wuhan, China, donde
gran parte de los afectados estaban relacionados con personas vinculadas al
mercado mayorista de mariscos se
expandiera por todo el mundo.
Respecto a las teorías conspirativas sobre
una posible fuga de laboratorio, la
Organización Mundial de la Salud (OMS), por ahora lo considera altamente
improbable; no obstante, un equipo de esa entidad ya ha iniciado una
investigación.
Mientras tanto, China continúa negando
rotundamente la responsabilidad de que el Corona Virus se convirtiera en una
pandemia de tal magnitud que hizo que muchos
pensaran en la posibilidad de un apocalipsis.
La idea del fin del mundo ha existido
siempre en toda época y cada circunstancia que la provoca sirve para que en
todo el quehacer humano se especule con ella.
Sin embargo, hasta ahora, la
posibilidad de la extinción de la vida en la Tierra sigue siendo una utopía.
El terror es una emoción humana que se
alimenta con todo tipo de catástrofes, principalmente cuando la vida moderna se
torna monótona y rutinaria y comienza a
perder sentido la existencia.
Puede que la raza humana necesite más adrenalina
circulando por las venas para sentirse
viva, ahora que no tiene necesidad de lidiar con fieras salvajes ni de luchar
con sus propias manos contra los elementos.
Hoy en día la humanidad se limita a ganarse
el pan de cada día, en el mejor de los casos de nueve a cinco, sentados en una oficina frente a la pantalla
de un ordenador, mientras otros construyen edificios, trabajan la tierra, son
maestros o profesores, dirigen empresas, ocupan cargos públicos, atienden sus
propios negocios, etc.
Esta circunstancia inédita ha hecho que el
trabajo a distancia se haya multiplicado en forma exponencial, haciendo posible
desempeñar funciones laborales que antes era impensable realizarlas desde el
hogar.
Tan hondo ha llegado la tecnología a influir
en el trabajo, que ahora, que la fuerza
del virus se está debilitando, muchos se niegan a volver a sus antiguos puestos
porque les resulta más cómodo y se sienten más libres desarrollando las tareas desde
sus casas.
Se puede comprender esta pretensión porque
trabajar en el hogar proporciona mayor libertad y flexibilidad de horario; permite
levantarse más tarde, estar más tiempo en casa con la familia y ahorrar dinero
en viajes, almuerzos y vestimenta.
También se han beneficiado con esta modalidad,
los
empleadores, porque en parte, pueden
prescindir de los altos costos que implica disponer de grandes espacios para oficinas y eliminar gastos de servicios y de mantenimiento.
Se ha comprobado que el trabajo a distancia ha contribuido a
disminuir el tránsito en las horas de mayor circulación de vehículos, a evitar
el estrés de quienes tienen que conducir y a bajar sustancialmente los altos índices de
contaminación ambiental, pero el costo
de esta pandemia ha sido muy alto, porque ha producido muchas muertes, quiebras
económicas y la pérdida de muchos puestos de trabajo
Sin embargo, es innegable que las graves
consecuencias del Corona Virus, lograron anticipar los cambios laborales que
tarde o temprano, en circunstancias normales, hubiera producido el avance de la
tecnología.
Este libro pretende analizar algunos de los aspectos
de la realidad que fueron alterados como consecuencia de la pandemia y los
efectos que produjo en las personas, como
tener que adaptarse a otro estilo de vida, alejarse de los amigos, sufrir la pérdida de
familiares, soportar la impotencia, el temor a la enfermedad, la ansiedad y la
incertidumbre,
No es raro que la mayor parte de los
fallecidos hayan sido las personas mayores, porque además de ser los más
vulnerables también fueron quienes tuvieron que abandonar sus intereses en la
etapa de la vida en que la compañía y
las relaciones sociales son más importantes.
Esta experiencia nos ha enseñado a todos a vivir
en el presente, que es lo único seguro; a
reconocer la importancia de la familia en los mos difíciles; a aprender a
resolver nuevos problemas y a aceptar los cambios, pero también fue útil para tomar conciencia de que la
humanidad es capaz de lograr ganarle la batalla a cualquier enemigo que la ponga
en peligro y de fortalecerse con los cambios
Para comprender esta pandemia es necesario
saber un poco más sobre cómo funciona el mundo en que vivimos y cuáles han sido
las experiencias de nuestros antepasados a lo largo de la historia, ante las muchas vicisitudes que han sufrido, las consecuencias y cómo la gran mayoría las ha sobrevivido.
Comprenderemos mejor el hecho de que aun
siendo vulnerables como individuos, ante
un eventual ataque de nuevos virus; como
especie, tenemos la capacidad de ser indestructibles, porque poseemos un
sistema inmunológico con el poder de cambiar para adaptarse y una inteligencia
racional que nos distingue de las demás especies, capaz de desarrollar los
medios eficaces para ayudar a mejorar
nuestras defensas naturales.
Las epidemias por lo general suelen persistir
más de dos años, cuando la inmunidad de rebaño puede neutralizar al virus y vencerlo
naturalmente, convirtiéndola en una enfermedad endémica, como otras que
conocemos.
Lo peor ha pasado, quedan ahora las tristes consecuencias, familias destruidas, hijos huérfanos, padres que han perdido a sus hijos, personas que todavía tenían mucho para dar y que se fueron antes de cumplir sus destinos.
Publicar un comentario
Muchas gracias por participar de este espacio!