Casados que viven con sus padres



“El casado casa quiere” dice el refrán, y los refranes nunca se equivocan.

Una pareja que elige vivir en la casa paterna de cualquiera de los dos, arriesga su relación, pierde su intimidad y la oportunidad de vivir a su manera en su propio hogar.

Aunque para ambos resulte oneroso y poco conveniente desde cualquier punto de vista vivir solos, aunque tengan que renunciar a vivir en un barrio residencial o en un piso de lujo con todas las comodidades que los padres supieron conseguir y que con toda generosidad le ofrecen, la decisión más saludable a corto, mediano y largo plazo es tener su propia casa.

Vivir solos siempre es posible, claro que es un paso audaz que seguramente los obligue a privarse de algunas comodidades y a realizar la proeza de que demasiadas cosas entren en poco espacio, pero la intimidad que se logra teniendo las propias paredes no se puede alcanzar de otro modo.

Vivir con los padres de uno u otro, no es más cómodo, porque los dueños de casa son ellos y hay que respetarlos, adaptarse a su carácter, su manera de vivir, sus horarios, sus comidas, sus mascotas y sus amigos. Tolerar que no enciendan el aire acondicionado cuando tienen calor ni la calefacción cuando sienten frío, que el baño principal esté ocupado cuando más lo necesitan, que su cuñado escuche música a todo volumen y que los dueños de casa sean los que manejen el control remoto del televisor de pantalla gigante del living.

Además de todos estos inconvenientes existirá una infinidad de pequeños roces que se producirán todos los días, como inocentes pero molestos comentarios, indirectas, consejos, recomendaciones sobre cómo hay que hacer las cosas según ellos, que ya han vivido esa etapa pero claro está en otra época ya hace mucho tiempo.

Todo esto irá minando las relaciones entre ellos, de los roces se pasará a las discusiones y terminarán peleándose por cualquier cosa para poder descargar cada uno todas las broncas que tiene acumuladas dentro.

La convivencia de dos personas es difícil, un trabajo que se aprende día a día, teniendo mucha paciencia y tolerando muchas cosas que no agradan; tampoco es fácil convivir con los hijos cuando son adolescentes.

Pretender vivir en paz y en armonía con otros, además de la pareja y los hijos, aunque sean los padres y hermanos, es pecar de optimista.

Algunos hijos tienen tanta dependencia psicológica que no pueden pensar en arreglarse solos principalmente porque no confían en sí mismos y entonces hacen planes contando con la posible venta de la casa de los padres para tener su parte.

Cabe destacar, que si los padres tienen esa vivienda única, los hijos no pueden pedir la venta de la casa aunque queden viudos.

Creen erróneamente que esa es la única forma de independizarse, pero a menos que se aseguren que sus padres puedan comprar otro lugar para vivir, si se quedan sin vivienda será un mayor problema después, cuando lleguen a viejos.

El problema de la herencia paterna es arquetípica, porque ha sido, es y será frecuente que haya familias enteras que no se hablen por ese motivo.

No caigan en la tentación de contar con el dinero de una herencia ni jamás piensen en eso, porque las herencias son caprichosas y no llegan cuando se las necesita sino cuando menos se las espera.

Es cruel pensar que puede haber herederos esperando que uno muera para cobrar la herencia, sin embargo eso es lo que suele pasar, principalmente cuando los hijos, por una u otra razón, no se han podido independizar.

Malena