MALDITA CUARENTENA - CAPÍTULO XIII

 


LA CIENCIA


   La  ciencia es el conjunto de conocimientos que sólo admiten principios, consecuencias y hechos, rigurosamente demostrables.

   Las respuestas de la ciencia se obtienen de la observación, la experimentación y la verificación rigurosa de los fenómenos naturales en base a las leyes de la física que  no admiten ningún tipo de experiencia subjetiva.

   Sin embargo, todo conocimiento científico parte de una hipótesis que por lo general es una intuición, una idea que surge a partir de la experiencia; y que sólo se convertirá en conocimiento científico si cumple con los dictados de la ciencia.

   Así y todo, ninguna ciencia jamás logrará en ningún experimento una certeza plena, sino sólo un porcentaje mínimo de probabilidad de efectividad exigido para que la hipótesis sea aceptada como verdadera.

   La ciencia que nos ocupa en estos momentos de pandemia es la ciencia médica, que incluye a todos los profesionales e investigadores que trabajan en los laboratorios de todo el mundo que están en la permanente búsqueda de soluciones químicas para vencer todo tipo de patología,  como el cáncer, los accidentes cerebro vasculares, las enfermedades infecciosas producidas por bacterias, virus, y otros posibles agentes que a su vez tienen la capacidad de cambiar y de transformarse para  continuar existiendo.

  Vemos que la lucha por la vida no es sólo nuestra, es también la de todo ser que habita este planeta, donde toda especie nace, se reproduce y está expuesta a los peligros que lo rodean y donde sólo sobrevive el más apto.

  Todavía no se ha llegado a saber todo sobre el Covid19, pero se acepta con algunos reparos que no es un ser vivo, que  es un virus que necesita un huésped humano, o animal, para poder reproducirse, o sea lograr ingresar a una célula y a través del ARN (ácido desoxiribonucleico)  extenderse a todo el  cuerpo.

   Sin embargo, se pudieron elaborar vacunas en los principales países del mundo en tiempo record.

   La rapidez con que se lograron obtener resultados, dado la urgencia por controlar la pandemia; pone en duda el riguroso cumplimiento de los requisitos que exige la ciencia,  como comprobar los resultados con la participación en el experimento de  una gran número de voluntarios.

   Claro que esta deficiencia en la experimentación y la comprobación de los resultados no sólo sucede con las vacunas, porque pasa con todos las drogas nuevas que se elaboran en los laboratorios de todo el mundo,  que suelen ser aprobadas por las entidades que fiscalizan la producción de medicamentes de cada país donde se expenden, aunque hayan participado en las pruebas de efectividad una cantidad mínima de participantes.

     No olvidemos que la producción de vacunas generaron y seguirán generando incalculables ganancias a quienes las producen, ya que  casi todo el mundo tuvo que vacunarse y va a tener que seguir vacunándose seguramente año tras año durante bastante tiempo para evitar enfermarse.

   Afortunadamente, la producción de vacunas en esta oportunidad, a juzgar por la disminución de casos en todo el mundo, es efectiva para inmunizarnos contra el corona virus,  que seguramente se convertirá en otra gripe más como las otras que existen; y lo más probable es que después de algunos años, el sistema inmunológico las reemplace, incluso con mayor efectividad y que  termine desapareciendo como ha ocurrido con otras enfermedades, a través de la historia.