LA SALUD Y LA ENFERMEDAD
La salud no es sólo la ausencia de una enfermedad sino un estado de bienestar bio-psico-social.
Para alcanzar este estado es
necesario, sentirse bien consigo mismo y
conforme con las propias decisiones;
relacionarse con los otros, considerándolos tal cual son y no como prolongaciones de nosotros mismos;
concentrarse en lograr los propios objetivos sin aferrarse a ellos y
desarrollar una actitud de colaboración hacia los demás haciendo lo que sabemos
hacer mejor.
A veces, una enfermedad se puede manifestar
para evitar resolver conflictos y sus síntomas suelen ser su forma de expresión.
Es cierto que la medicina tradicional ha
alcanzado avances gigantescos y que tenemos que confiar en ella para el alivio
y la curación de grandes males, pero el
enfoque científico se ha dividido en tantas especialidades y en tantos segmentos que ha terminado
perdiendo de vista al ser humano completo.
Todo individuo está sano cuando su cuerpo y
su alma conforman una unidad armónica y toda
enfermedad significa la pérdida de esa armonía.
Los síntomas expresan los desequilibrios
orgánicos y psíquicos que obligan a indagar sobre las correspondientes causas
que los han producido.
Tanto la enfermedad como los síntomas que se
manifiestan son señales portadoras de importante información sobre un
individuo, sobre sus errores, sobre lo que
necesita, sobre lo que lo perturba y le desagrada, sobre lo que desea y
no puede alcanzar. Por eso es necesario descubrir el por qué y el para qué de
las enfermedades; porque curarse, no es sólo liberarse de un síntoma sino también
la posibilidad de perfeccionarse como persona y de, por fin, lograr la plenitud.
Cada órgano enfermo tiene un significado
diferente y cada síntoma revela lo que tiene que hacer una persona para curarse
pero que a la vez no puede aceptar; un abrazo que no se anima a dar, un llamado
que no quiere hacer, un perdón que no está dispuesto a ofrecer, o sea lo que no
se puede hacer por temor al rechazo o por orgullo o por miedo.
El síntoma es una forma de experimentar lo
que no se ha permitido vivir
conscientemente y el que obliga a ser honesto consigo mismo.
Detrás de cada síntoma hay mucha agresividad
oculta, que se vuelve contra el propio
individuo. Por su parte, el Ego se
defiende como puede y estar a la defensiva es lo que le impide amar.
La historia personal y el cuerpo son las dos
caras de una misma moneda; estamos diseñados para estar sanos pero la
enfermedad se opone al curso natural de esa historia.
En gran parte, depende de nosotros caer
enfermos o sufrir trastornos crónicos o pasajeros, porque representan los
intentos desesperados de sortear el curso natural de los hechos, de negar el paso
del tiempo, de no querer aceptar los
cambios, del miedo a la soledad, a las pérdidas y a todos los dolores que
produce el crecimiento.
Crecer es aceptar e intentar superar los
males que nos aquejan, así como el temor a la incertidumbre, al infortunio y a
todos los avatares que nos toquen vivir en
esta existencia, porque tal vez,
atravesando con dignidad el discurrir de la vida podamos alcanzar por fin la
paz eterna.
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