MALDITA CUARENTENA - CAPÍTULO XIX



EL MIEDO A LA MUERTE

 

   Las personas que están a punto de morir dejan de sufrir, sus rostros se transforman, sus cuerpos se relajan y sus caras se tornan plácidas y tranquilas.  Antes de la muerte inminente ninguna persona se desespera, como si por fin hubieran llegado a su destino.

   Yo creo que cuando se deja de respirar, las almas se liberan del cuerpo y vuelven a formar parte del todo.

   La naturaleza hace que en el momento de la muerte física el cerebro segregue endorfinas, que son las hormonas de la felicidad, para que el tránsito sea placentero y libre de sufrimientos.

   Los cirujanos suelen ser testigos de experiencias espirituales de quienes están a punto de morir en un quirófano, fenómeno que se opone a su formación rigurosamente científica que los obliga a intentar descubrir cuál podría ser la  explicación racional de esos sucesos.

  El miedo a la muerte es el miedo a lo desconocido porque vivimos aferrados a una realidad limitada por la materia, sin plena conciencia de nuestra finitud,  encerrados en nuestros pequeños mundos de significados que están en perpetuo cambio, luchando para superar todos los tropiezos que nos impiden cumplir nuestros sueños.

  Somos seres racionales, sin embargo, gran parte de la humanidad tiene la intuición de la existencia de Dios.    ¿De dónde proviene esa idea común que tienen tantos individuos sobre la existencia de Dios?

   Otros buscan razones científicas para explicar las regularidades que se observan en la naturaleza y las leyes que cumplen los fenómenos naturales.  Pero ¿quién hace posible esa maravillosa armonía que existe en el universo?   ¿Cómo explicar las experiencias de personas que durante un procedimiento quirúrgico en el que permanecieron anestesiadas, fueron capaces de presenciar la operación, de escuchar las conversaciones de los cirujanos, o de observar a sus familiares en la sala de espera detrás de la puerta del quirófano?  

   Ante este indescifrable misterio, las religiones tienen una respuesta espiritual.  Existe un Dios creador y cuando partimos de este mundo volvemos a Él, o bien nos volvemos a reencarnar infinitas veces hasta haber cumplido con nuestra total evolución.

   El fenómeno de la vida es un gran enigma que se nos revelará cuando dejemos de existir; aunque el espíritu también se puede revelar cada vez que  ocurre un milagro.

   Hoy en día la ciencia ha descubierto que además de la realidad material, en la naturaleza también existe un campo cuántico, donde la energía se transforma en materia; y un campo virtual, que está más allá del tiempo y del espacio,  el útero de la creación, el origen del universo.

   Desde el punto de vista científico, el cuerpo es energía materializada, tal como lo sintetizó el famoso físico matemático Albert Einstein (1879-1955) autor de la teoría de la relatividad, con su conocida fórmula E=m2 (la energía es igual a la masa a la velocidad de la luz al cuadrado). 

  La energía es eterna y está compuesta por una partícula y una onda, o sea por energía e información.  La materia se crea, desaparece y se vuelve a recrear eternamente.

  Según esta teoría el tiempo no existe como un absoluto sino en relación al espacio, o sea que a escala astronómica,  pueden existir universos en otros espacios muy distantes al nuestro,  con sus propios tiempos.

   Ciencia y religión son dos formas de intentar entender la realidad de la vida en la que lo sagrado,  no sólo es una creencia sino que también tiene su propio espacio.

   El cerebro humano es capaz de conectarse con la luz de la conciencia pura, puede curar y hacer milagros.

  Todos deseamos creer en Dios, pero para poder hacerlo es necesario evolucionar y acceder a otros niveles de conciencia, ya sea por medio de la fe, la meditación, la introspección, o la contemplación, sistemas que pueden ayudarnos a alcanzar la iluminación y llegar a conocer lo sagrado.