DESPUES DE LA PANDEMIA - CAPÍTULO V

 


LA PÉRDIDA DE LOS AMIGOS


   En cualquier gran ciudad, tener amigos es indispensable; son los parientes elegidos que nos ayudan a sobrevivir la paradoja de la inevitable y extraña soledad que se siente estando rodeados todo el día de gran cantidad de gente desconocida.

   Hay amigos de toda la vida que están con nosotros desde la escuela primaria o secundaria, que se han convertido en familia, seres muy queridos aunque no existan lazos de sangre.

   ¿Qué es lo que hace la diferencia entre un amigo y un pariente? Son muchas, pero la más importante es el mayor respeto por nosotros que suelen tener las amistades si lo comparamos con el de familiares que conviven con nosotros.

   Los amigos pueden provenir de hogares diferentes, estar acostumbrados a otras formas de vida y a otros tratos, haber compartido con sus familias experiencias distintas,  tener mayor o menos poder adquisitivo y pertenecer a otros niveles sociales, pero suelen tratar a todos sus amigos, sean quienes sean,  de igual a igual.

  Por lo general nos escuchan y nos comprenden mejor, alientan nuestras iniciativas sin criticarnos y nos aceptan  como somos, atributos que es difícil encontrar en un pariente cercano.   Tal vez sea porque pueden tomar más distancia para relacionarse con nosotros y vernos como otros y no como la continuación de sí mismos.

  Esta devastadora pandemia sufrida nos obligó a alejarnos de nuestros amigos e incluso de nuestros parientes menos cercanos.

  Pudimos seguir comunicándonos con ellos a través del celular, pero la tecnología no puede compararse con el trato personal y así nos fuimos separando poco a poco hasta acostumbrarnos a su ausencia y dejar de vernos.  Sin duda ha sido una experiencia muy dura que con menor intensidad aún vivimos después de haber evitado todo acercamiento por tanto tiempo.

   Nuestros amigos desempeñan un rol importante en nuestras vidas, porque nos ayudan a identificarnos con ellos y a adquirir nuestra propia identidad.

   En la adolescencia un amigo o una amiga es como la primera novia o novio, imitan sus expresiones y se parecen en todo, se visten igual, hablan el mismo idioma, van juntos a todos lados y se comportan como si no fueran a separarse nunca.

   Recién cuando se enamoran de alguien es cuando se separan, pero no necesariamente para siempre, por algún tiempo, a menos que las vueltas de la vida, el propio desarrollo, el estudio o el trabajo que tengan,  interrumpa la relación definitivamente.

  A veces pueden pasar años para volver a encontrarse pero será casi como antes, manteniendo esa amistad con devoción y compartiéndola con sus propias familias.

   Claro que en estas circunstancias, la abrupta obligación de mantener la distancia sin poder compartir momentos juntos, en muchos casos ha podido quebrar esa tradición e iniciar otro modo de vida solitario, ensimismados la mayoría en los propios quehaceres y sin amigos.

   Es cierto que tener amigos sinceros no es fácil hoy en día;  por eso hay que cuidarlos y quererlos cuando ingresan a nuestras vidas y considerarlos como hermanos;  pero en esta situación inédita, que puso fin a todo contacto humano extra hogareño para lograr mantenernos sanos a toda costa, todo cambió, enrareció las relaciones, las enfrió, las interrumpió  demasiado tiempo hasta impedir restablecerlas.

  Tal vez el aislamiento nos permitió conservar la salud pero perdimos años de buena compañía amigable,  un costo muy alto para nosotros, que  como humanos,  somos  esencialmente sociables.

  Ahora, que gracias a las vacunas nos podemos relajar,  es un buen momento para recuperar los años perdidos y comenzar a socializar.