LA PÉRDIDA DE LOS AMIGOS
En cualquier gran ciudad, tener amigos es
indispensable; son los parientes elegidos que nos ayudan a sobrevivir la
paradoja de la inevitable y extraña soledad que se siente estando rodeados todo
el día de gran cantidad de gente desconocida.
Hay amigos de toda la vida que están con
nosotros desde la escuela primaria o secundaria, que se han convertido en
familia, seres muy queridos aunque no existan lazos de sangre.
¿Qué es lo que hace la diferencia entre un
amigo y un pariente? Son muchas, pero la más importante es el mayor respeto por
nosotros que suelen tener las amistades si lo comparamos con el de familiares
que conviven con nosotros.
Los amigos
pueden provenir de hogares diferentes, estar acostumbrados a otras formas de
vida y a otros tratos, haber compartido con sus familias experiencias
distintas, tener mayor o menos poder
adquisitivo y pertenecer a otros niveles sociales, pero suelen tratar a todos sus
amigos, sean quienes sean, de igual a
igual.
Por lo general nos escuchan y nos comprenden
mejor, alientan nuestras iniciativas sin criticarnos y nos aceptan como somos, atributos que es difícil encontrar
en un pariente cercano. Tal vez sea
porque pueden tomar más distancia para relacionarse con nosotros y vernos como
otros y no como la continuación de sí mismos.
Esta devastadora pandemia sufrida nos obligó
a alejarnos de nuestros amigos e incluso de nuestros parientes menos cercanos.
Pudimos seguir comunicándonos con ellos a
través del celular, pero la tecnología no puede compararse con el trato
personal y así nos fuimos separando poco a poco hasta acostumbrarnos a su
ausencia y dejar de vernos. Sin duda ha
sido una experiencia muy dura que con menor intensidad aún vivimos después de
haber evitado todo acercamiento por tanto tiempo.
Nuestros amigos desempeñan un rol importante
en nuestras vidas, porque nos ayudan a identificarnos con ellos y a adquirir
nuestra propia identidad.
En la adolescencia un amigo o una amiga es
como la primera novia o novio, imitan sus expresiones y se parecen en todo, se
visten igual, hablan el mismo idioma, van juntos a todos lados y se comportan
como si no fueran a separarse nunca.
Recién cuando se enamoran de alguien es
cuando se separan, pero no necesariamente para siempre, por algún tiempo, a
menos que las vueltas de la vida, el propio desarrollo, el estudio o el trabajo
que tengan, interrumpa la relación
definitivamente.
A veces pueden pasar años para volver a
encontrarse pero será casi como antes, manteniendo esa amistad con devoción y
compartiéndola con sus propias familias.
Claro que en estas circunstancias, la
abrupta obligación de mantener la distancia sin poder compartir momentos
juntos, en muchos casos ha podido quebrar esa tradición e iniciar otro modo de
vida solitario, ensimismados la mayoría en los propios quehaceres y sin amigos.
Es
cierto que tener amigos sinceros no es fácil hoy en día; por eso hay que cuidarlos y quererlos cuando
ingresan a nuestras vidas y considerarlos como hermanos; pero en esta situación inédita, que puso fin
a todo contacto humano extra hogareño para lograr mantenernos sanos a toda
costa, todo cambió, enrareció las relaciones, las enfrió, las interrumpió demasiado tiempo hasta impedir restablecerlas.
Tal vez el aislamiento nos permitió conservar
la salud pero perdimos años de buena compañía amigable, un costo muy alto para nosotros, que como humanos,
somos esencialmente sociables.
Ahora, que gracias a las vacunas nos podemos relajar, es un buen momento para recuperar los años perdidos y comenzar a socializar.
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Nosotros somos parientes cercanos y nos entendemos!! Ja Nos vemos poco eso si, pero cuando no es la pandemia es el clima!!!
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