No muchos suelen preguntarse por qué esta realidad es como es, por qué los seres humanos somos como somos, de dónde venimos, hacia dónde vamos, si nuestras vidas tienen algún sentido particular, por qué existimos, dónde estábamos antes de nacer. Son preguntas que pueden tener respuestas a nivel religioso pero que todavía permanecen en el misterio a nivel de la ciencia.
Sin embargo, cada uno de nosotros siente la
necesidad de diferenciarse, de ser único, como si nuestra misión esencial fuera darle significado
a nuestra existencia.
Nuestro
planeta Tierra visto a gran distancia desde el espacio no es más que un punto
entre otros innumerables cuerpos celestes, un lugar en el que luchamos todos los días, donde nos preocupamos
por distintos problemas y trabajamos construyendo un mundo cada vez más
complejo, donde nos relacionamos entre
nosotros, creamos vínculos y donde vivimos como si fuéramos a vivir siempre.
En este punto distante casi inobservable vive
cada ser humano su propia vida, dándole importancia a grandes y pequeñas cosas,
discutiendo ideas, deseando o intentando imperiosamente que los demás las
compartan. implementando todos los medios
razonables o coercitivos, siendo capaces de utilizar la fuerza para lograrlo, conquistando,
matando, torturando, destruyendo.
Aunque las preguntas esenciales que todos nos
hacemos sobre nuestras existencias parecen no tener todavía ninguna respuesta
científica, se admite que el universo no es arbitrario, porque está gobernado
por ciertas leyes bien definidas.
Esta realidad nos
hace pensar que nuestras vidas también deben tener una razón, que nuestro existir podría ser continuar con la obra de una Fuerza Superior, infinita, eterna e inmaterial que
nos creó, la mente de Dios; si actuamos de acuerdo a su imagen y semejanza o volver a nacer en forma indefinida hasta lograr
merecer esa paz eterna.
Malena Lede
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