La vejez es la etapa final de la vida que puede ser vivida de muchas formas, saboreando cada minuto haciendo cosas, aprendiendo aunque no sirva para nada, deseando estar en compañía todo el tiempo, como si surgiera espontáneamente la necesidad de aferrarse a alguien para no perderse en el hastío de la soledad temida.
No todos los ancianos viven igual su edad avanzada, algunos pareciera que se fueran borrando de a poco del cuadro de la vida y desapareciendo casi sin que se note demasiado, mientras otros siguen apasionándose con su quehacer cotidiano como el primer día.
La vida es movimiento y quedarse demasiado quieto en una edad avanzada no es recomendable, hay que seguir moviéndose hasta el último minuto, y aprender a saborear cada experiencia como si fuera la última, amar aunque parezca que nadie los ame, interesarse por todos aquellos que aman aunque éstos pareciera que los ignoran, pero no por malagradecidos sino porque están demasiado ocupados viviendo, experimentando, trabajando, intentando forjar una vida como la nuestra.
Todos los que son afortunados llegarán un día a viejos, los que no podrán experimentar esa etapa son los que mueren jóvenes y no tienen la oportunidad de conocer a sus nietos.
Hay que evitar por todos los medios ir borrándose de a poco del cuadro de la vida, seguir en carrera, aunque las fuerzas disminuyan y las piernas duelan.
Los pequeños gestos de afecto difícilmente son ignorados por un anciano, se puede decir que son como el oxígeno que respira, el alimento que necesita el alma para resistir los embates de la vida hasta el último suspiro.
Un anciano es como un niño recién nacido que necesita desesperadamente a los otros para subsistir, ser abrazado, querido, nunca olvidado.
Estamos demasiado aferrados al cuerpo y casi ignoramos el espíritu que es libre, no envejece y en algún lado permanecerá para siempre, o se convertirá en otro para volver a experimentar otra historia con otro cuerpo en otro lugar, para seguir aprendiendo.
El cuerpo es el que siente los sinsabores, el maltrato, la falta de afecto, mientras el espíritu vuela y puede permanecer para siempre libre de ataduras, de miedos, de dolores y de sinsabores.
El espíritu se alimenta de cosas buenas, de momentos inolvidables, de la belleza de la vida, es inmortal y permanecerá siempre porque es cierto que nada en esta vida se pierde, todo se transforma.
Malena Lede
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Muy cierto Male! 😘
ResponderEliminargracias
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