Para los que no están al tanto de las noticias policiales que ocurren en Argentina, hoy voy a ocuparme del asesinato de un joven, perpetrado por un desquiciado grupo mayores de edad, a la salida de un boliche.
Sea cual fuera el motivo, nada puede justificar que personas en su sano juicio puedan matar a patadas a otro en una emboscada, sin que tenga posibilidad alguna de defenderse.
El hecho ocurrió hace bastante tiempo pero, como la justicia es lenta, el juicio se llevó a cabo recientemente y ayer se supo la sentencia.
Cinco de ellos fueron condenados a cadena perpetua y los otros dos involucrados, a 15 años de prisión.
Hasta esa nefasta noche, habían sido jugadores de Rugby, un deporte que exige mucha fortaleza física. lo que hace que algunos que lo practican puedan habituarse a la violencia, disfrutar de ella y adoptar conductas similares fuera de la cancha.
Cuando escucharon el veredicto, uno de ellos se desmayó y los otros lloraron como niños.
La condena fue justa y como la cadena perpetua en este país, en la práctica nunca se cumple, existe la esperanza para los condenados de llegar a ser libres después de 35 años de reclusión; pero para la víctima significó una condena a muerte.
Sin embargo, el fin último de la cárcel no es el castigo, porque nadie aprende con el castigo, es separar a la persona peligrosa para otros, e intentar darle la oportunidad de rehabilitarse para volver a insertarse en la sociedad.
Una vida de cautiverio puede ser muy dura y las cárceles suelen tener sus propios códigos, sus líderes y sus maneras de hacer justicia, porque es cierto que las leyes de los que viven al margen de la Ley son mucho más severas que las que respetan las personas decentes y honestas.
Sin embargo, los condenados, aún presos, pueden tener oportunidades, porque los seres humanos tenemos una gran capacidad de resiliencia, llegar a adaptarnos a condiciones extremas y encontrarle hasta en una prisión sentido a la vida.
Nelson Mandela (1918-2013), que llego a ser presidente de Sudáfrica, siendo joven, estuvo 28 años preso confinado a una celda diminuta que sólo tenía una pequeña ventana, en una cárcel de máxima seguridad.
Su delito había sido luchar por la igualdad de derechos de la gente de color de su país, para poder ser libres y participar en la sociedad, educarse, estudiar, trabajar y vivir integrados.
Pero la población de origen fue doblegada por el Apartheid, que separaba a las dos razas en todos los aspectos de la vida política y pública.
Después de muchos años de vivir encarcelado, como la situación política de ese país empeoraba, Mandela fue trasladado a otra cárcel donde podía gozar de algunas comodidades, hasta que finalmente fue liberado para continuar su lucha por los derechos de su raza, llegar a ganar las elecciones y ser elegido Presidente.
No fue el único en ser obligado a vivir en cautiverio sin haber cometido delito alguno, tambien hubo otros en el mundo capaces de sobrevivir con dignidad un injusto castigo..
Vicktor Frankl, por ejemplo, que era judío, y que durante la Segunda Guerra Mundial cayó prisionero de los nazis y encarcelado junto a su familia en un campo de concentración. A todos sus familiares los mataron pero él se salvó porque era médico y lo necesitaban.
En esas condiciones en que vivía, poco menos que infrahumanas, mal alimentado y sometido a distintos castigos, pudo encontrarle sentido a su vida al descubrir en el encierro que la vida podía tener sentido hasta en esas circunstancias, porque le sirvió para elaborar una nueva forma de Psicoterapia, la Logoterapia o la búsqueda de sentido; sólo con la mente porque en ese campo de extermino, no le permitían escribir, dado que el objetivo era destruir todo intento de superación y eliminar cualquier atisbo de esperanza.
Cuando terminó la guerra y los sobrevivientes de los campos de concentración fueron liberados por los aliados, Vicktor Frankl abandonó su país y se fue a Estados Unidos; donde escribió el libro que lo haría famoso "La búsqueda de significado" que todavía se vende en las librerías.
La búsqueda de significado es necesaria para poder vivir normalmente, encontrar el propio lugar, la propia intención, un proyecto propio que permita mantener la esperanza de lograr participar en la sociedad en que uno vive, ayudándose a sí mismo y también a otros.
Para la mente humana no existen las cárceles, porque todos pueden trascender cualquier cadena y proyectarse mucho más allá de lo imaginable.
Solo se requiere tener un poco de imaginación y mayor conocimiento de si mismos, aprender a pedir perdón y estar dispuestos a empezar una nueva vida.
En este caso particular, estos malogrados jóvenes, todavia pueden tener algo por qué vivir, como ser capaces de enseñarles a los otros internos a jugar al rugby, formar un equipo y brindarles todo lo necesario para la práctica de ese deporte, dado que todos pertenecen a familias con recursos.
Además, sabemos que con dinero, en todas las cárceles del mundo, se pueden lograr muchos privilegios
A ellos les queda la vida, que es lo más importante y enfrentar un desafío, aprender a Ser para otros y no sólo para si mismos.
Malena Lede
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