La Voluntad y la Disciplina



La voluntad es la fuerza interna que nos permite lograr lo que nos proponemos, la que nos ayuda a alcanzar el dominio de nosotros mismos, a mantener el control y mantenernos firmes, fieles a nosotros mismos.

La voluntad nos permite discernir con claridad para poder tomar nuestras propias decisiones, nos ayuda a postergar nuestros impulsos y a actuar reflexivamente.

La mayoría de las personas pueden tener iniciativas pero pocas tienen la voluntad para perseverar y cumplirlas.

Lograr la continuidad de los proyectos exige fuerza de voluntad, porque el inicio de una tarea tiene el impulso de la novedad y el cambio, en tanto que para terminarla existe sólo el compromiso con uno mismo.

La voluntad es una cualidad de las personas fuertes de carácter, que pueden ignorar las satisfacciones inmediatas a favor del cumplimiento de sus metas y que pueden discernir entre lo importante y lo efímero.

El deseo responde a una necesidad instintiva y la voluntad lo humaniza otorgándole un significado simbólico.

La voluntad no está en contra de los deseos sino que los satisface en forma humana; porque no es la represión de los deseos lo que nos hace infelices sino la falta de deseo y de voluntad.

La voluntad necesita el deseo porque el voluntarismo por si solo es enfermizo y el deseo sin voluntad es sólo la respuesta instintiva a un impulso.

La voluntad es atención y es un acto de libertad, la libertad de tomar decisiones.

La disciplina consiste principalmente en aprender a cumplir con nuestras propias reglas, según nuestras convicciones.

La voluntad ayuda a adquirir la disciplina necesaria para mantener el equilibrio del cuerpo y de la mente, porque la regularidad en los hábitos favorece tanto el buen funcionamiento orgánico e intelectual como el bienestar psíquico.

La inteligencia, sin voluntad y sin disciplina no es suficiente para desarrollarse humanamente.

La disciplina y la voluntad son los factores imprescindibles que nos permiten lograr el pleno dominio de uno mismo.