No Sea Breve

Alejandro Dolina poeta, filósofo, escritor, gran maestro argentino, un genio que ha sido capaz de congregar multitudes hablando de filosofía y otros temas que suelen atraer solamente a personas ilustradas, en un escrito que circula por Internet, que tuve el gusto de leer, se refiere a la pretensión de la gente moderna de abreviar los necesarios procesos que requieren casi todas las cosas en la vida y a acelerar todo lo que antes llevaba años llevar a cabo, atreviéndose a realizarlo en el irrisorio lapso de pocos meses.



La misma intención tienen las personas que debido a un conflicto o un problema de relación, buscan ayuda y pretenden encontrar la solución en pocas palabras, por mail, o por teléfono, o como mucho, por medio de una entrevista profesional o a lo sumo dos.



El solo hecho de vivir a la disparada, escuchando a medias, tratando de tener una idea de todo de una sola ojeada, manejando mientras hablan por celular al mismo tiempo, sin poner la debida atención a nada; nos condiciona a recibirnos rápidamente solo de ignorantes y a no poder darnos el lujo de aprender a simplemente estar atentos, sin hacer ni decir nada.



La dificultad para elegir hacer lo que cada uno desea, está en no poder decidir qué es lo que realmente es de su interés, entre la gran variedad de cosas que existen, imposibles de abarcar en su totalidad. De modo que en lugar de tomar una decisión se pone el empeño en hacer un poco de todo utilizando la versión abreviada.



La vida tiende a acelerarse porque cada vez se desean hacer más cosas en la misma cantidad de tiempo.



Aunque las opciones sean muchas los seres humanos seguimos perteneciendo a la misma especie, con la misma capacidad de respuesta del homo sapiens; aunque parezcamos diferentes y más sofisticados que nuestros antepasados.



Este estilo de vida veloz y superficial, nos vuelve más ansiosos y más neuróticos, al proponernos metas cada vez más inalcanzables y resultados más ambiciosos.



La competencia nos ha convertido en participantes de una carrera que nunca termina porque cada meta cumplida se transforma en un nuevo desafío.



Queremos saber sin aprender y destacarnos sin saber.



Aunque las cosas se vendan en frascos chicos y todo venga resumido, lo que finalmente trasciende es lo genuino, o sea los que se atreven a dedicarle el tiempo necesario a lo que les interesa, no miran el reloj cuando lo hacen ni se apuran porque quieren hacer otra cosa.



Como ocurre en la naturaleza las cosas terrenales necesitan crecer y madurar con el tiempo. El cerebro no puede captar tanta información en tan poco tiempo, porque es necesario incorporar los conocimientos lentamente, para asimilarlos y digerirlos y poder hacerlos propios y así poder a partir de ellos, continuar el proceso.



No se pueden saltear etapas, hay que vivirlas una a una a su tiempo para evitar problemas posteriores que pongan en evidencia esta falta y nos impida seguir creciendo.



Tampoco se pueden vivir todas las experiencias en una sola vida. No podemos conocer a todas las mujeres o a todos los hombres, ni podemos desempeñar todos los roles que existen, porque como en una obra de teatro, sólo podemos ser protagonistas de un solo rol, que es el que nos toca.