Yoga y Meditación



Yoga significa unidad. Es la doctrina filosófica de características místicas que forma parte de las escuelas filosóficas ortodoxas indias.

Se trata del aprendizaje de posturas físicas que activan los centros de energía y que enseñan a dominar el cuerpo y lograr un estado de conciencia en el que se experimenta la unión mística con el todo.

La práctica continuada del Yoga puede producir otros beneficios, como la insensibilidad al dolor, curaciones, estados de hipnosis, el poder de la telepatía, etc.

Mataji Indra Devi, (1899-2002) nació en Rusia y provenía de una familia de aristócratas.

Vivió mucho tiempo en la India, país que la atraía desde pequeña por su cultura y espiritualidad.

Ella misma se curó de una enfermedad cardiaca por este método, hecho que la impulsó a dedicarse a esta disciplina.

Comenzó a dar clases y conferencias y se hizo famosa en la India por ser la primera maestra de yoga occidental en ese país.

Casada con un diplomático extranjero en India, tuvo cinco hijos y siguió enseñando en China cuando su marido fue trasladado.

Difundió el yoga en América del Sud, México, España y Alemania; publicó varios libros, fue maestra espiritual de varias figuras notables de la época de oro de Hollywood; y en 1988 creó la Fundación que lleva su nombre en Argentina.

Indra Devi vivió una vida muy intensa y viajó por todo el mundo, era una mujer pequeña de aire jovial que estaba siempre sonriente.

Falleció a la edad de 103 años plenamente lúcida luego de una breve afección respiratoria.

Conocí a Indra Devi cuando inicié la práctica de yoga en su fundación. En ese momento tenía una edad avanzada y sólo daba breves conferencias.

Asistí a clases de yoga durante un año y aprendí ejercicios de respiración y relajación y también a meditar.

Años atrás también había hecho el curso de control mental, que consistía básicamente en aprender a relajar el cuerpo y la mente e iniciarse en la práctica de la visualización y de la meditación.

Con esos antecedentes más una nutrida lectura relacionada con este tema, practico la meditación desde hace muchos años.

Una tarde, poco tiempo después de iniciarme en esta práctica, procedí a relajarme de cabeza a pies, concentrándome en mi propia respiración, tal como indica la técnica que había aprendido.

Desde el punto de vista científico, la respiración voluntaria profunda, induce a estados alterados de conciencia, por la afluencia de gran cantidad de oxígeno al cerebro; y particularmente, ese día, logré un estado de relajación más profundo que otras veces.

Con mis ojos cerrados, de pronto visualicé una luz que se destacaba como una estrella en el medio de una gran oscuridad, e inmediatamente después me encontré en el medio de un cielo oscuro plagado de estrellas, como una estrella más.

El espectáculo era indescriptible, jamás visto, ni soñado ni experimentado, una vivencia que me estremeció por su grandeza y espectacularidad y en la que participó todo mi cuerpo. Tan real fue esta experiencia que no me atreví a voltear la cabeza porque sabía que si lo hacía vería la Tierra a millones de kilómetros de distancia y esa eventualidad me asustaría aún más.

Sentí una sensación de indescriptible soledad, hundida en la profundidad de un cielo oscuro y bellísimo, lleno de estrellas brillantes a mí alrededor, lejos de lo que hasta hacía poco había sido mi mundo conocido; y tuve miedo.

Algunos que ya pasaron por esa experiencia, me dijeron que si no hubiera tenido miedo habría podido visitar cualquier planeta y acercarme a estrellas distantes millones de años luz de distancia, porque para la mente, el tiempo, el espacio y las distancias, no existen.

Yo perdí esa oportunidad, porque quise volver y afortunadamente pude hacerlo sin dificultad, para encontrarme de nuevo sentada en el sillón de mi sala, tal como estaba cuando empecé a meditar.

Luego, nunca más pude vivir una experiencia igual. Creo que es porque aún no estoy preparada y sigo teniendo miedo de lo que pueda llegar a experimentar.

Los que saben de estas cosas sugieren intentar estos estados alterados de conciencia con la compañía de un guía espiritual.