Abuso de Información



El exceso de información a través de los distintos medios provoca en las personas que permanecen conectadas en forma exagerada a algún aparato, una especie de intoxicación informativa que se experimenta como ansiedad, por la acumulación de mails en los correos y por el efecto hipnótico de la pantalla.

Cada año que pasa la información aumenta más que la que existe desde que comenzó a escribirse la historia de la humanidad.

Sin embargo, la abundancia de información no indica necesariamente que aumenten los conocimientos de la gente, sino que más bien favorece la confusión.

Porque la curiosidad tiene corta vida y se disuelve después de leer doscientas palabras como promedio para luego saltar a otra cosa.

Es el zapping cibernético que quiere abarcar mucho pero que asimila poco, cuando se lee a la ligera.

Lo cierto es que la información causa adicción, o sea la manía de buscar en forma permanente estímulos informativos que terminan provocando un estado de angustia y vacío interior que sólo parece calmarse con nueva información.

En las empresas, no es el trabajo rutinario ni excesivo lo que causa estrés, sino los múltiples mensajes de las casillas de correo de los empleados.

Según encuestas recientes realizadas por la organización Rescue Time, dedicada a estudiar la influencia de la tecnología en las costumbres de las personas, los que trabajan con computadoras revisan su correo electrónico unas cincuenta veces por día.

La gran mayoría ocupa alrededor de dos horas para ordenar su correo y hay quienes duplican ese promedio.

Algunos sienten una necesidad enfermiza de leer los mensajes que reciben y se angustian si no tienen tiempo para abrirlos porque creen que se perderán algo importante.

Este mal se lo denomina “síndrome de ansiedad del e-mail” que se agrava cada día más debido al uso indiscriminado de aparatos electrónicos.

Especialistas en salud laboral denominan “crackberries” a los adictos a su teléfono celular, porque no pueden dejar de contestar llamadas, enviar mensajes o recibirlos continuamente, en cualquier lugar, incluso cuando están en el baño.

Los expertos opinan que la información más dañina es la que proviene de flashes informativos televisados, las alertas de noticias por otros medios electrónicos y los mensajes de la red Twitter donde la gente cuenta qué es lo que está haciendo.

Un estudio publicado por la revista científica “Proceedings of the National Academy of Sciences, dio como resultado que semejante cantidad de mensajes suprime la capacidad de empatía y el poder de discernimiento moral necesario para tomar decisiones.

Paul Lazarsfeld, teórico pionero en ciencias de la comunicación, afirma que toda esa información veloz fuera de contexto que sólo intenta captar la atención y conmover emocionalmente al que la recibe, termina provocando una disfunción narcotizante.

Algunos psicólogos han detectado que el deseo de permanecer siempre conectado produce una desconexión que provoca la pérdida del sentido de lo real.

Según José Sahovaler, médico psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina, el brillo de la pantalla parece tener un efecto hipnótico, principalmente en los adolescentes.

Los medios electrónicos invaden todos los ámbitos y no respetan ninguno. Pueden dar la sensación a una persona de poder estar en todos lados al mismo tiempo, pero la realidad es que no está auténticamente presente en ninguno.

Interrumpen todo, las conversaciones, una reunión, un espectáculo, el sueño o la comida y luego se hace difícil restablecer el hilo de lo que se estaba haciendo y se olvidan cosas importantes.

En realidad, muchos contenidos no justifican la atención porque sólo se trata de información fragmentada y muy resumida que a fuerza de sintetizarla hace que la gente termine quedando mal informada.

Fuente: LNR, “Infoxicación”, María Gabriela Ensinck, agosto 2010.