Reality chino de condenados a muerte


El reality chino de condenados a muerte es un programa de televisión que se emite por un canal estatal chino con la anuencia de las autoridades, que ven en él una forma eficaz de desalentar los delitos graves.

La entrevistadora, Din Yu, ya se ha enfrentado a doscientos presos que próximamente serán ejecutados, y continúa todos los sábados, contando con más de cuarenta millones de espectadores, y con un alto rating que se incrementa cuando es más inminente la ejecución; haciendo que este programa sea todo un éxito.

Este tema vuelve a provocar la reflexión sobre los límites del exhibicionismo en televisión, al poner en evidencia, en este caso, la falta de respeto por la desesperada situación de los prisioneros condenados a muerte, con el objetivo de satisfacer la morbosa e incomprensible curiosidad de tanta gente ávida de conocer los aberrantes delitos que cometieron, los motivos que tuvieron para hacerlo y cómo se sintieron después de haberlos cometido; y deleitándose de poder ser testigos de la forma en que enfrentan los protagonistas sus últimos días de vida; además de actualizar la interminable polémica sobre la real eficacia de la pena de muerte.

Este fenómeno nos confirma una vez más que estamos viviendo la época de la reivindicación de los anti héroes, seres anónimos que ahora también se hacen famosos por acceder al patíbulo y que tienen su oportunidad frente a las cámaras, que le brindan sus minutos de fama gracias a sus crímenes.

El anti héroe es una figura que estamos acostumbrados a ver tanto en el cine como en la televisión desde hace mucho tiempo, que surge cuando el héroe pasa a ser un personaje retro, con una imagen anticuada de nobleza poco creíble, dispuesto a morir por sus ideales y completamente identificado con su misión patriótica; dejando como consecuencia la idea de que el hombre bueno no existe, que sólo existe el hombre reprimido, que es incapaz de dar rienda suelta a sus instintos, encubiertos detrás de una máscara de hipocresía.

El relativismo ha barrido con todos los valores y nos ha dejado expuestos a las circunstancias y el anti héroe tiene vía libre para actuar, sin ningún marco de referencia, solamente guiado por sus pasiones e instintos, demostrando que más vale una vida breve haciendo las mil y una que morir de viejo respetando un código ético.

Es una forma de retroceder en la evolución volviendo al sálvese quien pueda, la ley de la selva, del más fuerte, del más violento, del más sanguinario, del mafioso que se juega porque desprecia la vida y no tiene nada que perder.

De este modo, la juventud, convencida de que la realidad es lo que muestra la televisión, justifican su propia inoperancia adoptando la filosofía nihilista de que todo es corrupción, que todos son como los que se hacen famosos perdiendo su dignidad, o como los políticos que se cambian de bando según su conveniencia o como los criminales que exhiben sus miserias sin ningún propósito, para poder optar por el camino más fácil, el que no exige ningún esfuerzo, el que lleva a apropiarse de lo que ha logrado otro con su esfuerzo.

Los responsables de esos programas de televisión amarilla, no se dan cuenta que están escupiendo para arriba, porque seguramente tendrán hijos y a los hijos no se los puede engañar y llegan a ser los jueces más implacables.