Distintas maneras de ser madre






“A cada uno le toca en suerte una madre diferente”

Una madre puede ser sobreprotectora o despreocupada, indolente y hasta indiferente.  Las hay aprensivas y asustadizas,  permisivas, exigentes y perfeccionistas, comprensivas o intolerantes, inestables o equilibradas, tiernas y cálidas;  pero también pueden ser frías como un témpano.

Una madre pudo haber deseado mucho a su hijo y otra quizás no lo quiso, pero en general, todas,  de una u otra manera aman a sus hijos.

Sin embargo, el estilo de ser de una madre puede afectar profundamente la vida de sus hijos.

La influencia materna se convierte en el molde en el cual se estructurará el carácter de un niño, hará posible o no su desarrollo emocional normal, condicionará su forma de comunicación y su característica de personalidad  hasta la etapa.

La comprensión emocional de la relación conflictiva de un hijo con su madre puede brindarle la oportunidad de modificar en forma positiva sus  relaciones personales y favorecer su pleno desarrollo y crecimiento como persona.

La madre es el primer ejemplo de amor que tiene un niño que le servirá de base para vincularse con el resto del mundo; y esa imagen materna es la que condicionará en forma decisiva todo su comportamiento.

Una madre ejemplar  es la que se siente bien consigo misma, la que no tiene asignaturas pendientes, la que está dispuesta a entregarse de lleno a ocuparse de su hijo.

Debería cuidar sin sobreproteger, ser una guía para su hijo pero dándole la oportunidad de elegir, respetar su individualidad sin influenciarlo y apoyarlo en sus decisiones.

Las madres tienen la carga emocional de sus propias madres, lo cual marcará la forma de criar a sus hijos.

Hay madres que viven a sus hijos como cargas mientras que para otras sus hijos pueden ser único objetivo de su existencia.  Ambas resultan perniciosas y pueden generar adultos con problemas.

Existen madres capaces de mantener sus metas y su desarrollo como mujer independiente,  además de sentirse realizada con su rol materno.  Este estilo de madre permite criar a hijos más libres, más seguros de sus propias convicciones y de sí mismos.

Pero hoy en día, por lo general, lo que predomina es la madre permisiva, que más que madre es una amiga, que no pone límites ni sanciona, porque cree que si lo hace es como la suya, que le exigía.

Así, los hijos crecerán sin saber qué es la frustración lo que le provocará serios problemas para adaptarse en la vida.

También es frecuente el estilo de madre con altas perspectivas, exigentes, controladoras, temerosas de que sus hijos se equivoquen y no terminen siendo los hijos ideales que desea.

Sin embargo, una madre, por más excepcional que sea, nunca podrá ocupar el lugar del padre, que es la figura de autoridad indispensable para un hijo.  Porque un padre y una madre que están de acuerdo y que dicen lo mismo frente a sus hijos es lo que todo niño necesita.

Malena
Más información: “La maternidad sin máscaras”; María José Eyras; “Desvelos de padres e hijos”; Susana Mauer.