La Angustia Neurótica



La neurosis se presenta como un estado general de angustia que influye en los juicios y que se activa ante cualquier situación adecuada.

Los neuróticos viven atormentados por la ansiedad, imaginan los eventos más terribles, piensan siempre en lo peor y viven en constante  espera y zozobra.

Esta tendencia a presagiar desdichas es un rasgo de carácter de estos individuos, que aparte de su pesimismo extremo,  no presentan enfermedad alguna.

Cuando esta angustia se torna muy acentuada, Freud la denomina neurosis de angustia.

Otra forma de neurosis de angustia es la que está asociada a algunos objetos o situaciones.  Esta es la angustia de las fobias.

Objetos de fobias hay muchos, entre ellos se pueden citar los más comunes como son por ejemplo, la fobia a la oscuridad, al aire libre, a los espacios descubiertos, a los espacios cerrados, a los gatos, las arañas, las serpientes, los ratones, las tormentas, la sangre, la multitud, la soledad, viajar por mar o por ferrocarril, pasar por un puente, etc.

Para la mayoría de los individuos normales,  algunos de estos objetos o situaciones pueden ser también atemorizantes porque los amenazan con un peligro real, la diferencia entre lo normal y lo patológico es la intensidad.

Todas estas fobias son enfermedades muy afines a la histeria de conversión.

También existe una angustia neurótica que no se relaciona con ninguna amenaza de peligro exterior, que se presenta en forma espontánea e incomprensible y que provoca un único pero fuerte síntoma, como temblores, palpitaciones, opresión o vértigo y que casi no provoca angustia.

En la angustia que se manifiesta como la espera de eventos trágicos, Freud considera que depende de ciertas frustraciones sexuales, o sea cuando la excitación sexual no se resuelve en forma satisfactoria.

En estos casos, desaparece la excitación libidinosa para dejar lugar a la angustia en cualquiera de sus formas.

El coito interrumpido para evitar el embarazo es una causa frecuente de neurosis de angustia, principalmente en las mujeres.

En numerosos casos, esta angustia desaparece cuando se dejan de lado las restricciones sexuales.

Cuanto más ardiente sea el temperamento de una mujer, más reaccionará desfavorablemente al coito interrumpido, con manifestaciones de angustia.

Estos enfermos no saben por qué experimentan angustia e intentan asociarla a los miedos más frecuentes como el miedo a la muerte, a la locura o a una enfermedad discapacitante, pero cuando se analiza la situación se descubre en general, que la energía psíquica no ha alcanzado su propósito.

Los síntomas se forman para evitar la angustia que se padecería sin ellos; y la tendencia a huir ante un peligro exterior desaparece cuando se decide hacerle frente.

Malena
Fuente: “Obras Completas de Sigmund Freud”; Tomo II; “La Angustia”