DISTINTAS ESTRUCTURAS FAMILIARES - Psicología Malena Lede


                                 
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La familia es la más importante de las estructuras sociales, porque es la que hace posible el apoyo, la contención y la formación que necesita todo ser humano para sobrevivir y poder interactuar posteriormente en la sociedad.


Con los cambios propios de cada época, la familia es el entorno que nos rodea desde que nacemos, en el mejor de los casos, el lugar donde recibimos las primeras manifestaciones de amor donde adquirimos los valores fundamentales de la vida y donde aprendemos a desarrollarnos como personas individuales y sociales.

Hasta no hace mucho tiempo, la unión de una pareja era exclusiva  responsabilidad de sus respectivos progenitores.  En muchos países los matrimonios se arreglaban desde muy temprana edad principalmente con objetivos prácticos, teniendo en cuenta el beneficio económico que podía reportarle a ambos grupos familiares.

Aunque puede ser difícil de aceptar, estos matrimonios duraban mucho más tiempo que los de ahora, basados en el enamoramiento, la pasión y la atracción física.

Los hijos nacidos en el seno de matrimonios concertados por intereses familiares,  se criaban en un entorno seguro, rodeados de muchos hermanos y con la presencia invariable de sus padres y muchas veces de sus abuelos y otros familiares directos.

Es importante saber que la influencia familiar es la más importante no sólo para la educación de un niño sino también para su futura salud mental.
En el último siglo, el concepto de familia tradicional se ha modificado significativamente. 

Actualmente, una persona puede pertenecer no sólo a una familia sino a varias, tener medios hermanos, hermanastros, padrastros o madrastras y otros familiares políticos.

Muchas veces una familia puede contar con un solo progenitor que hace las veces de padre y madre, doble rol que por lo general es asumido por las mujeres.

En estos casos los niños pueden sufrir la carencia de figuras significativas masculinas, circunstancia que puede o no potenciar la posibilidad de identificaciones sexuales negativas y distorsionar su desarrollo psicosexual.

A pesar de los cambios, todavía vivimos en una sociedad patriarcal, donde los hombres son los que dominan en gran parte las organizaciones sociales, productivas, políticas, legales, culturales y familiares; y donde aún, la expectativa de rol de la mujer, sigue siendo en muchos estratos sociales, el cuidado del hogar y de los hijos.

Este patrón se mantiene aunque las mujeres  trabajen a la par del hombre y tengan que hacerse cargo por distintos motivos de todos los roles.

En las estructuras familiares patriarcales, el nivel de exigencia del padre suele ser alto y rígido especialmente sobre los hijos varones, presiones que pueden provocarles angustia y disminuir su rendimiento, mientras que la presión que suelen ejercer sobre las hijas se puede limitar al logro de un buen matrimonio y a no superar a sus hermanos varones.

El hombre con mentalidad patriarcal no permite la independencia de sus hijos ni está dispuesto a respetar su individualidad, controlará todas sus decisiones, la carrera que deberá seguir, las amistades que deberá frecuentar y hasta el partido político que tendrá que apoyar.

Esta función paterna generará rivalidad y mucha hostilidad en los hijos, e influirá negativamente en su identidad masculina.

En el tipo de familia matriarcal, donde no existe la figura paterna, el niño puede incorporar las identificaciones de los tíos o abuelos de la madre.

Las nuevas estructuras sociales que se generaron a partir de la progresiva igualdad entre el hombre y la mujer y en la mayor participación de la mujer en todos los ámbitos de la cultura, conviven con el esquema familiar tradicional habiendo logrado su lugar y su reconocimiento social y legal.

La posibilidad de incorporarse a todos los niveles del mundo laboral, la aparición de los métodos anticonceptivos, el divorcio, las nuevas técnicas de fecundación artificial, ha liberado el camino para atenuar la rivalidad entre el hombre y la mujer y modificar su modo de relación.

Sin embargo, cualquiera que sea la estructura familiar, debe existir necesariamente entre sus miembros y por parte de los progenitores hacia sus hijos, un armonioso criterio de autoridad, que no significa dar órdenes sino poner los límites e indicar las normas de conducta y convivencia, sin contradecirse y estando de acuerdo con los mismos valores.

Es necesario que los padres y las madres mantengan su autoridad y la diferencia de roles con respecto a sus hijos evitando desautorizarse mutuamente y sin caer en la tentación de ser compinches o amigos de sus hijos en lugar de padres.

Malena Lede - Psicóloga