Hace unos años atendí como terapeuta, a una señora de 70 años que necesitaba un tratamiento psicologico a pedido de su médico psiquiatra. La acompañaba su hija a las entrevistas porque caminaba con dificultad.
Para empezar, le pedí que me contara su historia personal.
Comenzó hablar de su niñez, vivida en un hogar muy pobre. Su madre trabajaba en un taller y el padre era un obrero de la construcción.
Siendo la mayor de sus hermanos, era la que se encargaba de cuidarlos mientras se quedaban solos, por esa razón era analfabeta, pero afortunadamente, después de unos años alguien le enseñó a leer y a escribir e incluso a dominar algunas reglas básicas de matemáticas.
Se casó muy joven y tuvo 4 hijos; pero su marido, que era menor que ella; era alchólico y cada vez que tomaba de más solía castigarla fisicamente por cualquier cosa que le molestara, hasta que finalmente, la abandonó y no supo más nada de él.
Hasta ahora un clásico que lamentablemente suele repetirse en muchos hogares de bajos recursos.
Cuando quedó sola, un vecino que se apiadó de ella, le prestó una vivienda más accesible para ella y esperó a que consiguiera un mejor trabajo para cobrarle el alquiler. Mientras tanto, todos sus hijos iban a la escuela.
Finalmente consiguió un puesto en el Mercado Municipal de su zona con mayores posiblidades de progreso.
Se levantaba a las 3 de la mañana y atendía su negocio hasta la tarde, que era la hora general de cierre.
Pasaron los años y gracias a su dedicación y empeño, pudo reunir el dinero para comprar una casa, donde vive todavía.
Llegó a alcanzar un buen nivel de vida hasta que un día, al cruzar una avenida, sufrió un accidente de tránsito que le dejó una lesión en la cadera que le impidió seguir trabajando, lo que la obligó a depender de sus hijos, que afortunadamente la mantienen y la cuidan.
Su vida cambió inesperadamente de un dia para otro porque tuvo que dejar de trabajar y desde entonces vive recluida, sufre fuertes dolores cuando está parada o al caminar y tiene que depender de otros.
Acostumbrada a asumir siempre ella el rol de protectora de su familia, cayó en una depresión porque no podía aceptar su nueva condición.
Por esa razón, tuvo que realizar tratamiento psiquiátrico y psicológico.
Recién después de un tiempo comenzó a tener nuevos intereses, como la práctica de la jardinería interior y los trabajos manuales.
Su pasatiempo prosperó a tal punto que ahora consiguió clientes aque le compran todo lo que hace, para vender en los puestos de la Municipalidad.
Fue asi como con ayuda terapeutica y sus recuperados deseos de vivir , logró encontrar el camino para poder seguir adelante y dejar de ser una carga.
Tenemos que creer que cuando la vida nos cierra un camino, si sabemos mirar, se abre otro que puede ser aún más satisfactorio que el anterior; y que no hay que aferrarse a nada en esta vida porque todo es provisorio, seguramente para que tengamos la oportunidad de crecer.
Malena Lede
Publicar un comentario
Muchas gracias por participar de este espacio!