QUÉ SE PUEDE HACER CUANDO NO SE TIENE NADA QUE HACER - Psicología Malena Lede

      

    En casi todos los países civilizados,  las personas que han trabajado durante muchos años, al llegar a determinada edad, deben jubilarse. 

    Después de la jubilación, no es fácil intentar insertarse nuevamente en el mundo laboral para mejorar los ingresos, pero sí se puede cambiar de vida, tal vez viviendo más austeramente, pero descubriendo otras posibilidades que podrían proporcionar incluso una mejor calidad de vida.

    Para la mayoría de la gente es una etapa en la que se pueden hacer todavía muchas cosas, no necesariamente rentables pero que pueden brindar una mayor satisfacción que seguir haciendo lo mismo que antes, porque ya no existe el factor económico que se interpone para intentar desarrollar la verdadera vocación, que por cuestiones de necesidad tal vez haya sido dejada de lado.

   Qué es entonces lo que impide a tantos,  aprovechar todo ese tiempo libre para desarrollar sus intereses postergados?

   Pereza, vergüenza, la convicción de que sus sueños son inútiles, el miedo al fracaso, sentirse acabado y  con la sensación de no tener más nada para dar.

   Sin embargo, los años no siempre convierten a las personas en zombies que vegetan como plantas, o en fanáticos de los viajes aunque les cueste hacer valijas e ir de un lugar a otro sin demasiado interés; sino que puede ser la oportunidad que la vida les brinda para realizarse.

   Conocí a alguien que después de jubilarse empezó a estudiar Abogacía, una carrera que siempre había soñado seguir pero que los avatares de la existencia se lo impidieron.

   Se convirtió en el mejor alumno de las clases, que sin quererlo,  daba el ejemplo a tantos jóvenes  que motivados por los impulsos naturales de su edad, no ponían su mejor empeño en los estudios ni se preocupaban por los exámenes, conviertiéndose en estudiantes crónicos.

   Fue uno de los mejores alumnos, de manera que cursó regularmente todas las materias y después de cinco años, obtuvo el título de Abogado.

   Había cumplido setenta años, sin embargo se sentía joven y con muchas ganas de ejercer su profesión.

   Recomendado por un amigo, le ofrecieron un trabajo de medio tiempo en un estudio de abogados,  y así fue como comenzó una nueva vida.

   Estaba encantado y se sentía verdaderamente feliz.  Por fin había logrado hacer lo que había deseado tanto tiempo y que por circunstancias ajenas a su voluntad no había podido.

   Siendo joven, había llegado a hacer carrera en una oficina pública hasta obtener una posición jerárquica, pero no le gustaba lo que hacía ni tampoco cómo se trabajaba en un lugar que no tiene dueño y que todos cobran a fin de mes aunque no hayan hecho nada.

   Trabajó como abogado durante mucho tiempo, y llegó a distinguirse, haciendo realidad su sueño postergado.

   Es cierto que la edad hace que las personas se cansen más, vean menos, sean más lentas y que por lo general no tengan la misma memoria que antes, pero también es cierto que suelen ser mucho más  responsables, más confiables y más cumplidores en su trabajo que muchos jóvenes.

  Los años no sólo llenan de arrugas a los ancianos, sino que los hacen más sabios, más humanos y  menos ambiciosos y cuando tienen la oportunidad de cumplir sus sueños tan anhelados, más felices

Malena Lede