En el partido de Quilmes, de la Provincia de Buenos Aires, Argentina, una Organización No Gubernamental (ONG) está realizando un emprendimiento ecológico con resultados sorprendentes con la participación de jóvenes de 45 escuelas públicas.
Se trata de la limpieza y saneamiento de los riachos que atraviesan esta zona y la plantación de cien mil árboles a su alrededor para lograr terminar con la acumulación de residuos y oxigenar y embellecer el lugar.
Para lograr que un árbol se desarrolle hasta la madurez, es necesario plantar cuatro ejemplares, de modo que para cumplir con este proyecto se requerirá plantar cuatrocientos mil árboles.
Este ambicioso proyecto ya está en vías de ejecución según se puede observar desde una vista aérea, filmada y proyectada en un programa sobre ecología, exhibido recientemente por un canal de televisión por cable.
Desde el aire uno de esos riachos lucía tan impecable como cualquier canal holandés, famosos por su prolijidad y limpieza.
Hasta ahora la forestación alcanza los 28000 ejemplares, de los cuales, de acuerdo con la estadística de supervivencia, llegarán a adultos unos 7000.
Todavía está lejos la hazaña de llegar a los cien mil árboles, mientras tanto, los jóvenes convocados, alentados por los miembros de esta organización, se preocupan en mantener la limpieza de los cursos de agua y de difundir la conciencia ecológica en el resto de la población, tratando de lograr un aprendizaje sostenido de hábitos más higiénicos.
La conciencia ecológica comienza en la infancia; y los padres y maestros son los encargados de transmitir a las nuevas generaciones el sentido de responsabilidad que tiene cada uno en la conservación del estado saludable del planeta y de sus habitantes.
Empecemos desde ahora, produciendo menos basura, evitando el consumo de alimentos en envases no biodegradables o no reciclables; comportándonos en los lugares públicos, como calles o plazas, como en nuestra propia casa; arrojando los papeles y cualquier otro desperdicio en los lugares que encontremos a nuestro paso destinados a la basura, o bien llevándolos a nuestra casa para deshacernos de ellos.
Tratemos de no contaminar el aire con la combustión de productos tóxicos o quemando pastizales, con el riesgo de producir incendios imparables que sólo la lluvia puede apagar.
El que cree que su casa es sólo el lugar donde vive con su familia, está equivocado, la casa de todos nosotros es nuestro planeta Tierra, que es el único lugar que tenemos por ahora para vivir.
Se trata de la limpieza y saneamiento de los riachos que atraviesan esta zona y la plantación de cien mil árboles a su alrededor para lograr terminar con la acumulación de residuos y oxigenar y embellecer el lugar.
Para lograr que un árbol se desarrolle hasta la madurez, es necesario plantar cuatro ejemplares, de modo que para cumplir con este proyecto se requerirá plantar cuatrocientos mil árboles.
Este ambicioso proyecto ya está en vías de ejecución según se puede observar desde una vista aérea, filmada y proyectada en un programa sobre ecología, exhibido recientemente por un canal de televisión por cable.
Desde el aire uno de esos riachos lucía tan impecable como cualquier canal holandés, famosos por su prolijidad y limpieza.
Hasta ahora la forestación alcanza los 28000 ejemplares, de los cuales, de acuerdo con la estadística de supervivencia, llegarán a adultos unos 7000.
Todavía está lejos la hazaña de llegar a los cien mil árboles, mientras tanto, los jóvenes convocados, alentados por los miembros de esta organización, se preocupan en mantener la limpieza de los cursos de agua y de difundir la conciencia ecológica en el resto de la población, tratando de lograr un aprendizaje sostenido de hábitos más higiénicos.
La conciencia ecológica comienza en la infancia; y los padres y maestros son los encargados de transmitir a las nuevas generaciones el sentido de responsabilidad que tiene cada uno en la conservación del estado saludable del planeta y de sus habitantes.
Empecemos desde ahora, produciendo menos basura, evitando el consumo de alimentos en envases no biodegradables o no reciclables; comportándonos en los lugares públicos, como calles o plazas, como en nuestra propia casa; arrojando los papeles y cualquier otro desperdicio en los lugares que encontremos a nuestro paso destinados a la basura, o bien llevándolos a nuestra casa para deshacernos de ellos.
Tratemos de no contaminar el aire con la combustión de productos tóxicos o quemando pastizales, con el riesgo de producir incendios imparables que sólo la lluvia puede apagar.
El que cree que su casa es sólo el lugar donde vive con su familia, está equivocado, la casa de todos nosotros es nuestro planeta Tierra, que es el único lugar que tenemos por ahora para vivir.
Ver también: La contaminación
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