Publicado el 2008/09/25 por Psicóloga Malena Lede
La Confusión
La experiencia diaria me muestra que mucha gente joven está muy confundida. La confusión según el diccionario significa mezclar cosas diversas que estaban ordenadas, falta de orden, de claridad. Sentir desasosiego y tener el ánimo perturbado.
La gente joven se quiere beber el mundo sin saborearlo porque creen no tener el tiempo necesario.
Las relaciones humanas son cada día más conflictivas, la gente habla mucho pero no escucha, y ni hablar de las relaciones sexuales, ese enigma que ni siquiera Sigmund Freud pudo develar completamente y que todavía permanece en el más absoluto misterio.
Quién entiende a las mujeres dicen los hombres, mientras ellas, acostumbradas a la falta de comprensión de sus parejas siguen fingiendo en la cama.
Las mujeres se preocupan por sus orgasmos y los hombres se quedan perplejos porque ellas no llegan como él, que en treinta segundos lo consigue sin ningún esfuerzo.
Tan absortos están ambos mirándose su propio ombligo que ni se enteran qué piensa el otro, mientras él se consuela pensando qué culpa tiene él si ella no responde ni siquiera a la más sofisticada técnica del Kamasutra.
Dónde quedó el amor que se tenían me pregunto, si cada uno piensa en si mismo y no le queda lugar para pensar en el otro, su prójimo, el que tiene más cerca, no me refiero a los chicos abandonados de las villas.
La confusión viene de antiguas creencias que todavía sobreviven y que contaminan los nuevos valores, porque el hombre moderno, quiere a la mujer moderna a su lado mientras está soltero, pero para casarse busca a la antigua, la que no tiene experiencia, porque no crean que se va a casar con una de segunda mano.
Esas contradicciones bastan para ahondar más el abismo entre el hombre y la mujer de hoy en día, quienes inútilmente viven sus vidas añorando encontrarse, sin saber bien ninguno de los dos a quien están buscando.
Lo mismo pasa con la profesión, quieren ser abogados pero cuando les faltan cinco materias para recibirse quieren cambiar de carrera, porque se dieron cuenta que no les gusta, que es diferente de lo que habían pensado, que les parece que no aprendieron nada y que van a tener que estudiar cuando tengan el primer caso.
Deciden que es mejor ser estudiante que enfrentar un trabajo y entonces empiezan otra carrera, sin demasiada convicción pero con la esperanza que esta si se ajuste a su idea.
Los niños son los que pagan el pato, condenados a estar en el medio de dos que no saben quienes son ni que quieren, y que no se atreven a elegir con compromiso porque no se quieren perder nada.
¿Acaso no saben que cuando uno elige tiene que aprender a hacer el duelo por lo que tuvo forzosamente que dejar de lado?
Yo creo que esperan demasiado de la vida, la vida no es una diversión todos los días, porque si así fuera sería también una rutina.
La diversión divide al hombre en dos, el que es igual a todos y el otro, el auténtico, que queda atrapado dentro de si mismo en posición fetal, esperando nacer en el momento que él decida.
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