El Miedo a los Exámenes



Cualquier tipo de exámen produce en el ser humano ansiedades paranoides, es decir, ideas persecutorias.

Un exámen de mama produce a toda mujer ansiedad así como cualquier exámen médico o análisis orgánico que implique la posibilidad de encontrar anomalías en su cuerpo.

Sin embargo algunas personas disfrutan yendo al médico o haciéndose chequeos, con el afán de controlar el funcionamiento y el estado de sus órganos.

Algunos médicos, ni bien examinan a un paciente adoptan una actitud de sabelotodos e impulsados por su propia vanidad se atreven a hacer diagnósticos sin estar seguros e inclusive a hacer pronósticos que no siempre se cumplen, afortunadamente.

Es que el hecho de asustar a la gente otorga poder, el poder de mantenerla como cliente la mayor cantidad de tiempo posible.

Es difícil encontrar un buen médico clínico que escuche a un paciente y no se limite solamente a medicarlo o a indicarle complejos estudios. Hoy en día su tarea no incluye observarlo, ignorando esa importante evidencia para la realización de un diagnóstico más preciso.

En el plano laboral, un exámen de competencia pone a prueba el temor al fracaso y la tolerancia a la frustración de un sujeto.

La eterna contradicción de las entrevistas laborales, es la exigencia de experiencia a los aspirantes, dado que si una persona tiene experiencia lo más probable es que también tenga un trabajo.

Una entrevista laboral se asemeja a un interrogatorio policial donde se averiguan los antecedentes de una persona, su personalidad, su nivel de conocimientos, sus trabajos anteriores, estado civil y demás datos personales; hasta quedar como desnudo frente al entrevistador cuando ya no le queda más nada que ocultar.

En cuanto a los exámenes escolares, siempre han producido en los niños preocupación, más por evitar las reacciones de los padres, que por ambiciones propias, cuando éstos no pueden comprender que la baja nota que obtuvo su hijo no se debe al hecho de no haber estudiado sino a la circunstancia casi irrisoria de no haber entendido la pregunta.

Es verdad que muchas veces la respuesta que están esperando los profesores, suele ser un concepto difícil de interpretar y llegar a convertirse en un enigma para el resto de los mortales, pero también es verdad que lo más difícil del mundo para un alumno es ser pertinente y referirse estrictamente a lo que les pregunta.

El caso es que toda experiencia de examen evaluativo suele estar envuelta en un clima de estrés que puede disminuir el nivel de rendimiento de cualquier persona, aún de la más destacada.

Toda evaluación expresa un grado de valoración social que se integra a la identidad y que puede aumentar o disminuir la autoestima.

El tema es que se pierde el objetivo de la educación, que es aprender para saber y no para obtener una nota alta.

Es importante limitar el resultado de las evaluaciones al ámbito que se refieren y no interpretarlas como heridas narcisistas difíciles de cicatrizar que se empeñan en mantenerse abiertas y en seguir sangrando en cada examen.

El fracaso en un examen tiene una función importante, aprender a dar un examen, a enfrentar un desafío, a disfrutar del éxito, a aceptar el fracaso y a tolerar la frustración.

El que siempre gana se vuelve insensible al éxito y menos tolerante al fracaso, porque el que se cae desde más alto es el que se golpea más fuerte.

Y no siempre haber sido un estudiante exitoso es garantía de éxito laboral, porque puede significar en gran parte cierta actitud conformista que impide a veces la libre creatividad.