La ansiedad es el miedo a lo desconocido, la sensación de amenaza o peligro que pone en juego nuestra integridad y nos hace sentir inseguros.
Existen distintas formas de ansiedad según las circunstancias que se estén viviendo, pero si una persona tiene una personalidad ansiosa, la ansiedad por competencia siempre está presente.
Cualquier situación que interpretemos como una oportunidad de poner en evidencia nuestras capacidades o aptitudes, puede generar ansiedad por competencia.
Aunque nuestros conocimientos sean sólidos y no dudemos de nuestras habilidades especiales, en realidad es la falta de seguridad en uno mismo la que produce la ansiedad.
En una sociedad competitiva, donde estamos todos los días dando examen, es probable que estemos condicionados a sufrir de ansiedad crónica, aunque no esté presente el estímulo preciso para provocarlo.
La ansiedad es un estado de inquietud generalizada de una persona que se adelanta a los hechos, con un sentimiento de presagio que no tiene fundamento específico y que hasta puede producir alteraciones fisiológicas como acidez, dolor de estómago, colitis, sudoración excesiva, palpitaciones, taquicardia, etc.; y este estado de desazón no permite disfrutar de los desafíos de la vida que son los que nos hace sentir vivos.
Los niños pueden sentir ansiedad por competencia cuando las personas significativas para él están pendientes de su rendimiento y le dan excesiva importancia a los resultados de su desempeño.
La ansiedad de un adulto, no es la consecuencia de un hecho reciente sino que es de antigua data. Desde el punto de vista cognitivo, es una forma de condicionamiento adquirido al responder frente a situaciones de estrés en forma inadecuado, y desde el enfoque psicoanalítico es un trauma producido por una fijación en una etapa temprana del desarrollo, cuando el monto de excitación era tan intenso que no se podía implementar la conducta precisa.
A veces, los niños tienen que vivir experiencias que son demasiado intensas para ellos y es en esas ocasiones en que muchos de ellos comienzan a responder frente a las amenazas de seguridad o peligro, con las conductas sustitutivas propias de la ansiedad.
Tambien, la poca confianza en si mismo, la baja autoestima y la inseguridad provocan que una persona se deje influenciar demasiado por la opinión ajena o de la mayoría, no teniendo la fortaleza necesaria como para atreverse a ser creativo y diferente; viviendo ansioso por cumplir con las expectativas de los demás, sin prestar atención a sus propias convicciones.
La persona ansiosa tiene que aprender a adoptar una actitud relajada frente a los acontecimientos, entregarse sin condiciones frente a lo que no puede cambiar, atreverse a modificar lo que si puede y tener la sabiduría suficiente como para discriminar qué es lo que está a su alcance.
Fijarse metas y emprender desafíos es parte de la vida, pero permitiéndose la libertad de disfrutar los procesos más que empeñarse en lograr resultados.
La óptica puesta en el cumplimiento de los objetivos solamente, nos mantiene en estado de excitación permanente y nos condiciona a padecer de ansiedad en todo momento.
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