El Interés Sexual




El deseo sexual parece haber disminuido tanto en los hombres como en las mujeres.

Algunos atribuyen este fenómeno a la proliferación de sexualidad explícita en los espectáculos; como también a la facilidad que actualmente tienen los hombres para acceder a una relación sexual con una mujer, que ya no representa ninguna difícil conquista sino alguien plenamente dispuesta al coito desde la primera cita.

Es probable que estas cuestiones, hayan hecho descender el nivel de interés de los hombres en la actividad sexual, que antes se caracterizaba por su misterio y ahora se ha convertido en un ejercicio rutinario, frustrante y carente de significado, con mujeres con actitudes masculinas que lejos de someterse pasivamente al macho, como ocurría antes, exigen la misma satisfacción y además toman la iniciativa.

Sin duda es un gran cambio de roles que no es fácil asimilar para el hombre, cuando siempre ha tenido el rol protagónico y el poder sobre el otro sexo, el que estuvo relegado desde el principio de la humanidad a una categoría secundaria, debido a la escasa capacidad de decisión que le otorgaba su status social más vulnerable y dependiente.

La libertad sexual paradójicamente, no ha venido acompañada de más actividad sexual sino de menos, y ha ahondado más la brecha que separa a ambos sexos, o sea sus formas opuestas de disfrutar del sexo.

Mientras el hombre obtiene el orgasmo con su habitual eyaculación precoz, la mujer está obligada a fingir, cuando la actitud del hombre la hace creer que ella es frígida.

En este punto se ha avanzado demasiado poco y no son muchos los que, a pesar de arrancarse la ropa como desesperados, que hace presumir un orgasmo simultáneo, pueden lograr una relación armoniosa y plena donde el amor les permita sortear los baches, tener consideración por el otro y comprenderlo.

Se habla mucho sobre el sexo y lo que sobran son teorías, pero en el momento de la práctica faltan las ganas, como si la catarata de palabras gastadas para describir lo indescriptible, haya consumido la testoterona y los estrógenos de las parejas.

Se vive una época vouyerista, donde se disfruta de la pornografía, se provoca la excitación con imágenes visuales y se evita lo más importante, el contacto personal, que es el que crea el compromiso.

El sexo y el dinero están relacionados en una sociedad de consumo, porque el dinero representa el poder, y si la mujer gana más que el hombre está en una posición de superioridad que no todos los hombres pueden aceptar.

Desde el punto de vista orgánico, los animales machos tienen que recibir los estímulos que corresponden a su especie para ser capaz de copular a una hembra.

El hombre tiene en sus genes la herencia de la humanidad y también de todos los demás organismos vivientes, necesita como animal humano, los estímulos adecuados para sentirse motivado a conectarse sexualmente; y éstos no solo se han perdido sino que recibe otros que no están vinculados con el apareamiento de su especie y que además inhiben su deseo sexual.

En una sociedad donde todo está planificado de antemano y no hay lugar para la espontaneidad, es difícil funcionar como una máquina.

El cuerpo de un hombre puede sentir deseos sexuales en la oficina al ver a una empleada bonita que muestra más de lo debido y hasta tener una aventura con ella; sin embargo, en su casa, el sábado a la noche, día en que ambos tienen en la agenda tener sexo, ninguno de los dos tiene ganas.

Así como no se puede comer si uno no tiene ganas, tampoco se puede tener sexo si no se sienten deseos.

Sin embargo, con todo, creo que antiguamente, en épocas victorianas, era mucho peor que ahora, porque existía la disociación del sexo y el amor, cuando la esposa era la que tenía los hijos y la amante era la que disfrutaba del sexo con su marido.

Ahora las cosas se han blanqueado y existe el desafío de ser capaces de tener un amor maduro teniendo sexo y amor con la misma persona.

Creo que aún el hombre y la mujer de hoy están aprendiendo la forma satisfactoria de relacionarse sexualmente y que todavía no han logrado un modo moderno y adecuado de vivir el sexo en libertad.