Si bien las computadoras pueden superar al ser humano en numerosas operaciones complejas, con respecto a la precisión motora espontánea que tienen los humanos, el éxito de los robots está aún muy lejano.
Los robots industriales pueden realizar operaciones muy complicadas y precisas tareas programadas, pero poco pueden hacer con objetos que le son desconocidos.
Los científicos tratan de aplicar a la máquina la forma en que se comporta el aparato locomotor del hombre.
El robot CoRA reconoce objetos, los puede tomar y usarlos para realizar tareas conjuntamente con el hombre.
Para poder dotar a esta máquina de la capacidad de realizar tareas locomotoras se debe conocer profundamente la forma de operar del sistema nervioso humano en lo que se refiere a la dirección del movimiento y luego programar al robot.
Muchas veces los movimientos son orientados por señales visuales y el cerebro planifica el movimiento a partir de numerosas acciones abstractas.
Para realizar un movimiento el punto de partida del sistema nervioso es el conocimiento previo de la tarea que se desea hacer, aunque eso no es todo.
El hombre además realiza elecciones que no siempre son conscientes y voluntarias y que pueden depender de lo atractiva que resulte cada una.
Los robots pueden distinguir objetos entre varios, los puede tomar, separarlos, entregarlos y hasta hacer montajes sencillos a partir de una prolija programación.
También pueden interactuar con personas para ayudarlas, sin necesidad de haber realizado una programación intensiva.
El robot Robot Antropomorfo CoRA (del inglés “Cooperative Robot Assistant”, programado de acuerdo los movimientos del hombre, está dotado de sensibilidad por medio de una membrana sensible al tacto que permite corregir su posición para hacer más preciso su movimiento.
Es un robot que posee un brazo articulado giratorio muy flexible que termina en pinza y se encuentra montado sobre una mesa para interactuar con la persona que se ubique frente a él.
Puede girar su cabeza en dos direcciones, horizontal y vertical, y tiene dos cámaras y micrófonos que le otorgan la capacidad de distinguir objetos, gestos y seguir la mirada de su interlocutor.
Además, puede obedecer órdenes verbales, sobre qué objeto debe elegir para entregar al humano, y cuando la información que recibe es ambigua está en condiciones de solicitar aclaraciones verbales.
Imitar la acción motora puede ser para los robots todavía más difícil que lo que le resulta hacerlo a un niño de tres años.
La precisión motora del hombre para tomar un objeto determinado con la mano o encontrarlo entre otros mezclados y lograr manipularlo con facilidad y destreza, puede plantear al robot un problema aún muy difícil.
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