Los sonidos musicales, los tonos, la melodía, los distintos ritmos, y la armonía de la música trascienden las palabras, produce equilibrio emocional y llega a conmover el interior de uno mismo.
La terapia basada en la música favorece el desarrollo del potencial personal y logra la rehabilitación de pacientes con trastornos neuropsicológicos.
La Musicoterapia facilita las relaciones interpersonales, la comunicación y el aprendizaje, favoreciendo los movimientos, la expresión y organización corporal y satisfaciendo necesidades intelectuales, físicas, emocionales y sociales.
Tiene muchas aplicaciones en el campo de la psicopatología severa, como por ejemplo en niños con problemas de comunicación, como en el autismo, demostrando ser una herramienta eficaz que ayuda a favorecer la participación social.
En general lo que se desea obtener con este tipo de terapia es un mejoramiento de los distintos aspectos de la personalidad en relación consigo mismo y con el entorno.
Con esta forma de terapia, los pacientes llegan a alcanzar un mayor grado de atención, concentración y memoria; y los cambios musicales producen también cambios en distintos procesos psíquicos.
Frente al estímulo musical, la conducta de los pacientes puede reflejar su nivel de percepción, su grado de organización sensorial, su espíritu de iniciativa, su memoria motora, la noción de espacio y tiempo y sobre todo su capacidad de relacionarse con los demás.
Las investigaciones han demostrado que la música produce el crecimiento del cuerpo calloso cerebral.
Además, al recuperar sus funciones los pacientes no solo están en condiciones de hacer una vida normal sino que también recuperan su estado de ánimo y su sentido del humor.
La música es un canal de expresión a través de un instrumento que ayuda al cuerpo a recuperar la organización armónica de sus movimientos y además alimenta el espíritu. Inspira, deleita y conmueve la sensibilidad humana y tiene un lenguaje universal.
San Agustín decía que el que canta ora dos veces, refiriéndose a la propiedad que tiene la armonía de permitirnos conectarnos con la dimensión trascendente de lo sagrado y devolvernos la paz.
A través de la música se pueden transmitir sentimientos y revelar la profundidad y la pureza del alma.
Para las personas con problemas neuropsicológicos la música constituye un espacio donde no existen las palabras ni tampoco las diferencias.
La música hace que los ciegos perciban los sonidos y se sumerjan en ella libres de las distracciones que provocan los ojos que pueden ver; y que los sordos puedan crear y escuchar con la mente sus propias creaciones, como hacía Beethoven, aquejado de una sordera total.
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