Berd
Kempermann, que investiga la neurogénesis en la Universidad Técnica de Dresde,
sostiene que el desarrollo del cerebro dura toda la vida.
En
la década de los años noventa del siglo XX,
descubrió, junto a Praag y Gage, que el ejercicio físico estimulaba
el crecimiento de neuronas, también en adultos.
Dos
investigadores de la Universidad de California en Irving, Charles Cotman y
Nicole Berchtold, estudiaron las causas moleculares de este fenómeno en
ratones y los roedores que habían hecho ejercicio produjeron mayor cantidad de una substancia
cerebral, de mucha importancia en el crecimiento neuronal.
La
pregunta es si una vez instalada la
demencia se puede detener o enlentecer el deterioro mental.
Paul
Adlard, también de la Universidad de California en Irving trató de dar
respuesta a este interrogante en una investigación realizada en 2005 con
ratones genéticamente modificados que presentaban una atrofia neuronal similar
a la que produce la enfermedad de Alzheimer en los humanos.
Después
de cinco meses, los roedores que hacían ejercicio tenían menos placas de
amiloide en la corteza de los lóbulos frontal y temporal que los del grupo
control; y en el hipocampo presentaban la mitad de “grumos” de proteínas.
En
la Universidad de Chicago se demostró que los ratones transgénicos con
Alzheimer, también se beneficiaban con cortos paseos por un lugar agradable; y otras experiencias divertidas con ruedas, túneles y juguetes, hicieron mucho
más lento el deterioro del hipocampo.
Stanley
Colcombe y Arthur Kramer estudiaron en 2003, los resultados de 18
investigaciones sobre este tema y pudieron corroborar que el entrenamiento
aeróbico mejora las capacidades cognitivas de adultos sanos mayores de
cincuenta años; y otro trabajo posterior llegó a la misma conclusión con
adultos de 65 años.
Los
beneficios de la actividad física han sido demostrados a través de numerosos
estudios científicos, por lo tanto lo mejor será llevar la teoría a la práctica
y comenzar ya un plan de ejercicios regulares.
La
regla básica es caminar o realizar cualquier ejercicio aeróbico tres veces por
semana durante treinta minutos, porque esa es la frecuencia ideal para el
sistema cardiovascular.
El
ejercicio aeróbico es el más eficaz y los mejores efectos a largo plazo se
obtienen con movimientos iguales y suaves.
Es
conveniente tener paciencia, empezar de a poco y no exigirse ni practicar
ejercicios en exceso.
La
actividad física, además de incrementar el crecimiento neuronal también aumenta
el apetito, de modo que es necesario comer, beber y dormir lo suficiente.
Lo
importante es cumplir el plan de ejercicios con entusiasmo, porque en poco
tiempo se convertirá en un agradable hábito y ayudará también a mejorar el estado de
ánimo.
Fuente:
“Mente y Cereb ro”; No.47; Neurociencia; “Mente sana en Cuerpo Sano”; Steve
Ayan.
Publicar un comentario
Muchas gracias por participar de este espacio!