El
amor puede existir en la dimensión de la eternidad, que es el presente, pero no
en la dimensión del tiempo.
Cuanto
más desarrolla el intelecto, el ser humano sólo vive en la dimensión del
tiempo, por eso el amor, hoy en día, no
dura mucho y termina, porque la mente no sabe nada sobre la eternidad.
El
que conoce el amor eterno también conoce a Dios.
Cuanto
más culta y educada es una persona más
probabilidades existe de que se divorcie, porque se da cuenta que se aburre y prefiere
terminar porque cree que cambiando de pareja será diferente.
Sin
embargo, aunque este proceso se repita varias veces, incluso las personas muy
inteligentes no aprenden y continúan sin interpretar la voz del corazón.
La
voz del corazón es eternidad y la voz de la mente es tiempo y para la mente el
presente no existe porque vive en el pasado y en el futuro. La mente solamente se da cuenta del presente
cuando ya ha pasado, porque no es consciente y no está atenta.
La
dimensión de la eternidad es salir fuera de la mente, es abandonar los
pensamientos, los sueños, los deseos, el
pasado, el futuro y el tiempo, donde no hay imaginación ni memoria y todo está
en silencio.
Entonces
se puede ver el presente eterno, porque el presente no forma parte del tiempo,
es el ahora, es parte de la eternidad.
El
amor en la dimensión del tiempo no es amor es un estado orgánico, psicológico y
fisiológico, pero no es eterno, no pertenece al ser esencial ni es un anhelo
del corazón.
Millones
de personas viven sin interpretar a su corazón, como si amaran pero vacíos por
dentro.
El
amor eterno es una clase diferente de amor
que no muere con el tiempo. El amor que se vive en el tiempo
muere siempre como todas las cosas de este mundo y en ese caso hay que dejarlo
ir porque está muerto.
El
amor eterno es sabiduría, eleva a la persona y le da la capacidad de amar todas
las cosas; y esta comprensión del amor eterno se puede lograr con la meditación.
El
amor es maravilloso y doloroso, es miseria y es gozo, porque es del cielo y de la
tierra, de lo visible y de lo invisible.
La tierra es su agonía y el cielo es su éxtasis.
Sin
embargo, no hay que renunciar al amor pero sí se lo puede transformar en amor
eterno, convirtiendo lo inferior en superior.
No
se trata de renunciar al sexo sino de transformarlo. El sexo no necesita ser solamente
biológico, se le puede dar algo de espiritualidad para que sea una práctica de cuerpo
y alma.
El
amor que pertenece a la dimensión del tiempo es doloroso, amargo, implica insatisfacciones muy profundas y en
lugar de hacer feliz a una persona hace que cada día que pasa esté más y más
descontenta.
No
obstante, no hay que renunciar a él para poder darse cuenta de que es necesario trascender la dimensión del tiempo.
A
nivel de la mente los amantes nunca serán uno, solamente a nivel del corazón podrán
volverse uno, pero no en forma permanente, porque no es necesario ser uno,
solamente hay que descubrirlo.
Fuente:
“Vida, Amor y Risa”; Osho.
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