Curas milagrosas




Aunque aún no se sabe cuál es la explicación de las curas milagrosas, éstas ocurren y existen muchos casos registrados con los avales de los médicos que tienen la oportunidad de presenciarlos.  Porque cuando todo parece estar perdido, pueden suceder fenómenos milagrosos que desde el punto de vista científico no se pueden explicar.

Julieta era una nena de tres años desahuciada por los médicos. El diagnóstico confirmado por cuatro médicos fue tumor en la pelvis, meningitis terminal y cáncer bipulmonar. Por lo menos eso es lo que aparecía en las tomografías computadas, sin margen para la duda.

La Iglesia observa estos fenómenos con mucha cautela, porque aunque no niega la existencia de estas experiencias no acepta a la ligera,  hechos como estos.

Suele suceder que los niños de corta edad tengan experiencias con seres imaginarios, que luego del paso de los años van desapareciendo a medida que la mentalidad racional ocupa un mayor lugar en el proceso del pensamiento de su cerebro.

Este es el caso de Julieta, que un día le cuenta a su madre que una señora la había despertado mientras dormía, que le había tocado la cabeza, el pecho y la espalda y que luego le había dicho que no estaba más enferma.

Lo curioso es que esa niña no sabía nada sobre su enfermedad ni sobre la localización de la misma.

Los padres no eran personas religiosas, como las que van a la Iglesia o leen la Biblia, sin embargo, abrieron sus mentes a la posibilidad de que pueden existir hechos más allá de la comprensión humana y se aferraron a esa esperanza, la única que les quedaba.

Lo cierto es que esta niña experimentó una presencia a la edad de tres años que le habló, sin tener ninguna instrucción religiosa;  sin que en su casa se hablara de temas religiosos ni se rezara,  y sin que hubiera visto imágenes que pudieran sugerir a la niña la posibilidad de una aparición similar.

Luego de este suceso, en enero de 1999, el mismo equipo que la había examinado anteriormente, le realizó una tomografía computada para evaluar su evolución.

Cuando el médico analizó el estudio,  le preguntó a los padres que medicación se le había administrado a la niña,  porque en la tomografía no se veía ningún rastro de una enfermedad pre existente. El Dr.Diez llevaba 17 años trabajando en el Hospital Garraham y nunca había visto algo así.

El caso lo supervisó el Dr. Schwartzman, un notable especialista que intervino en el equipo de profesionales de esa institución, quien coincidió con los demás médicos, en que los estudios no revelaban alteración patológica alguna.

De modo que mientras las placas y el informe de la tomografía tomada a Julieta el 14 de diciembre de 1998 señalaban un cáncer bipulmonar ; el nuevo informe del 26 de enero de 1999 mostró los pulmones en perfecto estado de salud, sin rastro de enfermedad alguna.

Nadie sabe qué es lo que sucedió en el cuerpo de Julieta, pero era evidente que se había producido un cambio en su fisiología capaz de interrumpir un proceso patológico para volver al estado de salud inicial.

Deepak Chopra nos dice que aún cuando no hay ni la más mínima esperanza de curación, desde el punto de vista médico,  un cuerpo humano posee mecanismos capaces de recuperar su equilibrio y volver a estar saludable, sólo que este proceso aún no se conoce.

El efecto placebo muestra que la sugestión produce curaciones si la persona “cree” que es un medicamento que lo va a curar, o sea que la creencia puede ser un estado mental capaz de interferir en los procesos patológicos y producir cambios drásticos capaces de recuperar la salud. 

Se sabe que los niños pequeños tienen un poder de curación superior a las personas mayores, un Dios aparte, como muchos dicen.  Tal vez sea, por no tener aún poder de reflexión y dejar que la naturaleza actúe en ellos sin intervenir con su pensamiento.

En las personas mayores, querer vivir y entregarse es la actitud que parece tener influencia en los procesos patológicos y no la lucha contra la enfermedad, como la mayoría supone.

Fuente: “Líbranos del mal”; Víctor Sueiro.