La
carga emotiva que produce la competencia social por estar “in” en lugar de “out”
es mucho más seria de lo que se puede suponer porque suele ser la causa de la
mayoría de los actos de violencia entre los jóvenes y un impedimento para el
propio y genuino desarrollo personal
Ya
no se trata solamente de querer ser como los demás y tener las mismas cosas que
tienen ellos sino que es una exigencia que los otros imponen para poder
integrar un grupo.
No
siempre las demandas del grupo se pueden satisfacer fácilmente ni tampoco todos
pueden comportarse de una forma diferente a como son por mucho tiempo, por eso,
esa es una lucha estéril que hace la vida de los jóvenes muy difícil, los lleve
a la violencia y a las adicciones.
La
gente joven no solamente tiene que separarse de sus padres cuando deja de ser
un niño sino que además tiene que resolver cuestiones que tienen que ver con su
propio autodescubrimiento.
El
autodescubrimiento no se produce en grupo sino a través de la introspección,
estando solo consigo mismo tratando de indagar quién es, eligiéndose en función
de los propios sentimientos, los valores que decida adoptar, la vida que quiera llevar y
las aspiraciones que desea cumplir, teniendo en cuenta la cultura en que se
encuentra inmerso.
La
sociedad presiona cada vez más para homogeneizar a los individuos y la
publicidad impone patrones, modelos que hay que seguir para “pertenecer”,
obligando a la persona a renunciar a su individualidad propia.
Ser
diferente parece ser algo indecente, no deseable, vergonzoso y limitante,
aunque al mismo tiempo sea la condición para poder realizarse, desarrollarse y
crecer como persona.
Sin
embargo, existen casos aislados que nos muestran que esos patrones no son necesarios para competir y ganar, como
ocurrió recientemente en un concurso de baile televisivo de elevada audiencia
en la televisión de Argentina en el que la pareja que ganó con un desempeño
ejemplar, uno de sus integrantes es enano.
Sin lugar a dudas, ambos pusieron el alma y la vida en su trabajo y se
permitieron ser auténticos.
El
conformismo priva a los jóvenes de la oportunidad de conseguir afirmar su
propia identidad y los llena de confusión y de dudas.
La
persona que no puede encontrarse a sí mismo traduce su descontento en
violencia. Su furia no le permite
razonar y cede a sus impulsos siendo capaz de descargarla en otros en cualquier
momento.
El
adolescente con personalidad esquizoide, o sea el sujeto callado, taciturno,
aislado, disociado afectivamente, es el
que sufrirá en mayor medida
perturbaciones emotivas antes de poder adaptarse, y esto lo confirman
las crónicas policiales, principalmente si proviene de familias disfuncionales.
Para
ser diferente un adolescente tiene que pagar un alto precio sin embargo es
imprescindible que lo sea para ser él mismo.
Esta contradicción no es fácil resolverla, requiere de mucha voluntad y de
gran fortaleza de carácter para poder tolerar la frustración y resistir la
crítica.
Fuente: “Teorías de la adolescencia”; Rolf E. Muuss
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