Cómo le pongo límites a mi hijo adolescente




Los padres tienen que ponerles límites a sus hijos desde que son pequeños y actuar con firmeza,  sin ponerse a su nivel abandonando su rol de padres.

Cuando son adolescentes, los hijos necesitan diferenciarse de sus padres para poder auto afirmarse como personas diferentes, por esta razón es común que en esa etapa sean frecuentes las discusiones y los enfrentamientos.

Los padres tienen que respetar a sus hijos y ayudarlos en este proceso, enseñándoles los límites.

Un adolescente tiene que saber que su libertad termina donde empieza la libertad de los demás y que hasta la mayoría de edad sus padres son responsables de todo lo que hace.  Pero solamente aprenderá,  si sus padres actúan con firmeza y lo respetan.

La relación con hijos adolescentes no es fácil, principalmente porque hoy en día los padres se niegan a actuar como adultos y a cumplir con el rol de personas maduras.

Es común ver a padres que pretenden parecer tan jóvenes como sus hijos y que se comportan como ellos; padres demasiado flexibles, que se dejan manejar y no quieren reconocer que han crecido y que no tienen que competir con sus hijos ni tratarlos como a iguales.

Pero al mismo tiempo, cuando los hijos no se comportan como ellos esperan, les gritan, los amenazan y hasta los golpean.

Estos padres, una vez que se tranquilizan, se ablandan y se olvidan de todo, provocando que al poco tiempo nuevamente se inicie un nuevo enfrentamiento.

En estos casos, la conducta indeseada de un adolescente se ha instalado en su modo de actuar y esa es la condición para que se reitere.

Un adolescente no tiene nada que perder y es capaz de arriesgarlo todo con tal de salirse con la suya.  En cambio, sus padres, temen por la seguridad de sus hijos y perder las expectativas que pusieron en ellos.

Sin gritos ni peleas inútiles, todo padre desorientado que ya no sepa más que hacer con sus hijos, puede producir un cambio en la relación, si está dispuesto a asumir su rol de padre.

El rol de padres no se relaciona con el dominio ni con el poder sino que es la función de poner las reglas y de hacerlas cumplir.

Las reglas deben ser claras y tienen que estar escritas en un lugar visible de la casa; y el que las trasgrede,  deberá recibir una sanción, no tan severa que ni siquiera los padres la puedan mantener, ni tan leve como para que no les importe.

Se trata de enseñarles a comportarse en el seno de la familia de la misma forma en que tendrán que hacerlo en la sociedad,  cuando sean adultos.

Todos sabemos que los hijos sólo aprenden con el ejemplo, por eso es inútil que los padres pretendan inculcarles valores que ellos no respetan; por eso las reglas tendrán que ser coherentes con sus propias conductas.

Así como existen leyes para respetar, en toda sociedad civilizada, también en la casa tiene que haber normas de convivencia que todos tendrán que cumplir.

Una vez que han sido establecidas esas normas y los padres cambien, mejorará la comunicación con sus hijos y se reanudará, fomentándose de esta manera una mejor relación con ellos.

La firmeza en el cumplimiento de las reglas y de las sanciones es crucial y más efectiva que cualquier forma de violencia.

MALENA