La Familia Unida pero convenientemente separada




En las ciudades altamente desarrolladas, por muchas razones que no vienen al caso, la familia unida es una utopía.  

La vida moderna ha hecho que las reuniones familiares ya se consideran costumbres del pasado; simplemente porque los jóvenes y también los no tan jóvenes no se sienten obligados a reunirse con sus familias periódicamente, como lo hacían sus padres y sus abuelos, más que nada como una obligación.

Actualmente, la gente se ocupa de enseñarles a sus hijos a ser  independientes para que cuando sean adultos, cuando tengan tiempo libre,  hagan lo que naturalmente les guste, como por ejemplo estar con sus amigos de la misma edad que tienen hijos como los suyos, sin sentirse obligados a visitar y compartir experiencias, siempre con su propia familia.

La independencia,  bien entendida, quiere decir haber aprendido a no depender de nadie para ser feliz ni sentirse triste o abandonado por estar solo y poder disfrutar de lo que a cada uno le gusta, porque el otro puede ser una compañía pero también puede molestar si uno tiene otros planes.

Si los padres de hijos adultos se sienten solos o desvalidos y toman una postura de víctimas, tendrán que recordar que ellos fueron los que les enseñaron a ser independientes y darse cuenta que eso también tienen que aprenderlo ellos.

Los padres que anhelan estar con sus hijos adultos y los presionan para atraerlos, suelen haberse quedado atrás en el tiempo.  Seguramente no quieren usar un celular, ni les interesa aprender a manejar una computadora, no  son capaces de  tener intereses personales ni de buscar la compañía de nuevos amigos; empeñándose en pregonar su consecuente malestar y tristeza.

Así como los jóvenes prefieren la compañía de otros jóvenes, también los mayores prefieren estar con gente de su edad, simplemente porque tienen más cosas en común, porque son de la misma generación y porque sus historias, sus costumbres y condiciones se asemejan.

A veces, cuando los vínculos familiares son dependientes,  las reuniones familiares se utilizan para sacar a relucir antiguos rencores que provocan reiteradas discusiones estériles, porque es la única forma que tienen para poder comunicarse, pero que lejos de mejorar las relaciones las entorpecen.

En este mundo todo cambia y la persona que no quiere cambiar, parece estar viva, sin embargo está muerta.

Las enfermedades también pueden ser buenas excusas para intentar reanudar relaciones familiares perdidas o para atraer la atención de  personas cercanas; porque los seres humanos son capaces de morirse con tal de salirse con la suya y la enfermedad es una forma perversa de conseguir los objetivos por medio del sufrimiento.

Dejemos atrás viejas tradiciones perimidas y permitamos volar a nuestros hijos, deseando que sean felices con sus propias familias sin crearles  sentimientos de culpa porque no nos llaman.

Ya sé que no es fácil, pero se puede, sólo hay que aprender a no tener miedo de estar solo con uno mismo y tal vez,  tener la oportunidad de lograr por primera vez encontrarse.

Sin embargo, si puedes, no te cuesta nada llamar a tu madre de vez en cuando.

MALENA