(foto del último meteorito caído en Rusia-Fuente: Twitter)
La
caída de un meteorito no es algo inusual ya que la Tierra es bombardeada
continuamente con muchos meteoritos que vienen del espacio pero que al ingresar
en la atmósfera se desintegran.
Algunos
de ellos se pueden ver en una noche oscura estrellada, son las que conocemos
como estrellas fugaces.
La
Tierra está protegida de la posible caída de grandes meteoritos gracias a su
campo magnético, sin embargo, a veces, cada muchos años, algunos de
considerable tamaño suelen penetrar la atmósfera y caer en nuestro planeta,
como el que cayó en un bosque de Rusia despoblado, a principios del siglo
pasado. Quiere decir que no estamos
libres de que alguna vez un meteorito pueda caer en una zona poblada y producir
una catástrofe.
Hoy
viernes 15 de febrero va a pasar muy cerca otro meteorito de aproximadamente 45
metros de diámetro. Las probabilidades
de que caiga en la Tierra son remotas, sin embargo los científicos de la NASA
están siguiendo de cerca su trayectoria, porque aunque existen pocas
posibilidades de que eso ocurra, en la naturaleza todavía hay muchos misterios
sin revelar que pueden contradecir los pronósticos que hacen los humanos.
Estos
fenómenos nos hacen tomar conciencia de lo vulnerable que somos frente a la
naturaleza y cómo la tecnología más sofisticada puede quedar reducida a nada
cuando ocurre una catástrofe que rompe el precario equilibrio que existe en las grandes ciudades; cuando se corta la luz, los medios de
comunicación no funcionan, se paralizan los servicios esenciales y comienzan a
escasear el agua y la comida.
Cualquier
episodio que produzca una tragedia colectiva, como la erupción de un volcán, un
tsunami, un ciclón o un huracán y como ahora, la posible caída de un meteorito, nos muestra que cuanto más dependemos de los
aparatos más vulnerables somos.
El
hombre ha conseguido un alto desarrollo y se ha multiplicado. En caso de ocurrir un fenómeno inesperado, las
grandes ciudades se convierten en posibles trampas, ya que es imposible evacuar
a millones de personas al mismo tiempo.
Sólo
nos queda, como siempre entregarnos a la providencia y ponernos a
rezar, como tal vez hacía el hombre de la antigüedad cuando se enfrentaba a las
fieras y a las tormentas.
Los
científicos creen tanto en sus instrumentos de predicción y en sus teorías pero todavía no pueden predecir con precisión el lugar en que caerá un meteorito que viene del espacio para poder evitar una tragedia.
La
ciencia ha avanzado mucho pero aún ignora muchas cosas y cuanto más descubre, nuevos secretos permanecen en el misterio.
MALENA
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