El aprendizaje y el cerebro



La neurodidáctica intenta explicar las bases cerebrales del aprendizaje.

El sistema de enseñanza actual, demuestra en muchos casos que no funciona; y el resultado es la falta de motivación de los alumnos, el bajo rendimiento, la preocupación de los padres y la frustración de los maestros.

Los científicos dedicados a la neurodidáctica consideran que esta realidad es producto de las contradicciones entre los métodos pedagógicos y los principios básicos de la neurociencia.

Para evitar el aburrimiento de los alumnos en la escuela es necesario fomentar su curiosidad y su creatividad; y estas condiciones solamente se logran en un ambiente relajado y relacionando los contenidos con el juego.

Lo más importante es conseguir que el aprendizaje siga las mismas reglas del aprendizaje natural, permitiendo a los alumnos desplegar sus fantasías y mostrar sus talentos.

Un cerebro con estrés no puede rendir adecuadamente y los planes escolares con su sistema de premios y castigo producen temor en lugar de estimular las capacidades de los niños.

Se ha demostrado que los lazos afectivos, las experiencias positivas, las atenciones y el reconocimiento de los maestros, y la confianza en conseguir los objetivos, estimulan el afán por aprender y despiertan la curiosidad de los alumnos.

Sin embargo, la mayoría de los que tienen la responsabilidad de la enseñanza e incluso los psicopedagogos, observan con desconfianza los avances de la neurología en el terreno del aprendizaje.

Desde el siglo XVIII, se reconoció la eficacia de una enseñanza sobre la base de la actividad espontánea, de permitir a los alumnos superar sus dificultades por sí mismos y que puedan conseguir lo que se proponen con su propio esfuerzo.

La neurología puede explicar las bases cerebrales de la experiencia pedagógica que los mejores pedagogos ya conocen; pero el propósito fundamental tanto de neurólogos como de pedagogos es optimizar el aprendizaje.

La neurociencia desconoce, a nivel de neuronas y conexiones nerviosas en qué consiste aprender. No sabe aún cómo se almacena la información en el cerebro para luego poder recuperarla y cómo esa información se conecta con estructuras sensoriales. Tampoco ha descubierto el misterio de la formación de conceptos. Pero sí ha comprobado en forma experimental que en algunas circunstancias la adquisición y el procesamiento de la información puede dificultarse, detenerse o beneficiarse.

También sabe que el aprendizaje natural imitativo es muy eficaz, como así que lo aprendido a través de muchas repeticiones queda en la memoria y se puede recuperar después de mucho tiempo.

El cerebro no registra por largos períodos los detalles que no son significativos con excepción de sucesos cargados de contenido emocional.

El aporte de la neurociencia y la pedagogía, por ahora, solamente puede utilizarse para los procesos elementales de aprendizaje y su optimización, cada uno con sus propios métodos y puntos de vista para poder comprobar si funcionan o no determinadas prácticas: unos, observando los procesos que ocurren en el cerebro y los otros, investigando cómo aprenden los niños.

Malena

Fuente: “Mente y Cerebro”; No.44/2010; “Bases cerebrales del aprendizaje”; Ulrich Herrmann, profesor de pedagogía histórica, teórica y escolar en las universidades de T¨bingen y Ulm.