Publicado el 2013/10/01 por Psicóloga Malena Lede
El Aprendiz de Brujo
Siendo aún estudiante universitario, Carlos Castaneda, (1925-1998), escritor, peruano de origen y norteamericano por adopción, con estudios de antropología y etnología, escribió un libro que se convirtió en un clásico de la literatura contemporánea “Las Enseñanzas de Don Juan” en el que relata su primer acercamiento a la sabiduría antigua de la mano de un brujo yaqui mexicano; libro que se convirtió en un best seller.
Escribió otros dos libros más relacionados con ese tema, con amplia aceptación del público, titulados “Una realidad aparte” y “Viaja a Ixtlan” y doce libros en total durante su carrera literaria, hasta hasta que decidió alejarse y vivir retirado para continuar con su desarrollo espiritual.
Las experiencias espirituales que relata Castaneda en sus libros, escritos en primera persona, fueron cuestionadas por algunos críticos que opinaron que sólo se trataba de ficción, debido principalmente a supuestas anormalidades en la sucesión de los acontecimientos que describía que obviamente no respetaban la lógica de los esquemas de pensamiento occidental.
Sin embargo, Castaneda nos transmite en forma totalmente lógica y poética sus experiencias en la “realidad no ordinaria” donde lo sumerge su maestro, Don Juan Matus, palpable como la realidad que conocemos pero muy diferente a la vez e inexplicable para nuestros modelos de pensamiento.
Su interés era realizar un estudio antropológico de campo, como parte de su formación académica, en el Estado de Arizona, Estados Unidos y en Sonora, México donde tuvo oportunidad de conocer a Don Juan Matus, un viejo chamán yaqui.
Aunque sus profesores en general le aconsejaban priorizar el cumplimiento de las formalidades de sus estudios para graduarse, uno de ellos lo impulsó a desarrollar ese trabajo de campo, dado que urgía ahondar en esa vasta área de conocimiento antes que se perdiera, arrasada por el avance de la tecnología y la filosofía moderna.
Castaneda arriesgó su futuro al introducirse de lleno en un tema que no pertenecía a ninguna ciencia conocida ni a ninguna religión y perdió la oportunidad de ganar prestigio académico; sin embargo su experiencia con Don Juan Matus le permitió incursionar un nuevo horizonte mucho más rico y profundo que cualquier otro.
La forma de interpretar y conocer el mundo de los chamanes de México antiguo es totalmente distinto al conocimiento de la vida cotidiana del hombre moderno y exige una transformación o sea una respuesta diferente a los acontecimientos mundanos.
Para esta cosmovisión, el mundo cotidiano no tiene poder sobre nosotros, porque el verdadero campo de batalla del hombre está más allá de lo imaginable, en el encuentro con el infinito, imposible de describir pero que podría definirse como la posibilidad de llegar a percibir la energía que fluye en el universo.
Para poder incorporar este nuevo sistema de conocimiento es necesario aceptar la certeza de la muerte, ya que la comprensión total de ese hecho energético es lo que hace posible la aceptación de una nueva forma de pensar.
La verdadera lucha del hombre no está en el mundo sino que es la lucha para aceptar lo infinito, porque la vida comienza en el infinito y termina también en el infinito.
Cada matriz del cosmos es una expresión de energía; al poder los chamanes ver esa energía directamente desde su plano llegan a comprender el hecho energético de que el cosmos se compone de fuerzas gemelas opuestas y complementarias entre sí, que llamaron energía animada y energía inanimada.
Todos los organismos vivientes tienen energía vibratoria; los chamanes pueden ver que es el mismo organismo el que establece la cohesión y los límites de tal energía y que los conglomerados de energía animada vibratoria con cohesión propia, están libres de las ataduras de un organismo, a los que llamaron seres inorgánicos y describieron como cúmulos de energía cohesiva, invisibles para nosotros, conscientes de sí mismas, unidas por una fuerza aglutinante distinta a la de los organismos vivientes.
La condición principal de la energía animada, tanto orgánica como inorgánica es transformar la energía del universo en datos sensoriales, que en los seres orgánicos se convierte en un sistema de interpretación.
Los videntes creen que los seres inorgánicos tienen también una forma de interpretación de los datos sensoriales que surgen de la transformación de la energía del universo.
Los chamanes pueden ver a los seres humanos como esferas luminosas de campos de energía conectadas individualmente a una masa energética de dimensiones inconcebibles, que existe en el universo, que llamaron el oscuro mar de la conciencia, en un punto que denominaron de "encaje", porque es donde ocurre la percepción o sea donde el flujo de la energía en general se transforma en datos sensoriales que son interpretados como el mundo que nos rodea.
El universo es un universo de energía vibratoria consciente de sí misma de inteligencia suprema, y de intentos y que la masa de intento del cosmos es la que produce todas las mutaciones posibles no arbitrarias ni ciegas sino inteligentes.
Como el mundo es el resultado de la interpretación que hace cada individuo, si se cambia la forma de interpretarlo también cambia el mundo, porque la cantidad de mundos posibles es infinita.
Para un chamán yaqui, como Don Juan Matus, la conciencia es la cuestión final, o sea estar consciente de todas las posibilidades de percepción del mundo.
De modo que todo ser humano tiene la misma función que su fuerza guiadora, por eso, para un chamán hay que hacer lo mejor que se pueda en este mundo y un poco más o sea, siguiendo el flujo de la energía.
El propósito de la búsqueda definitiva es ser capaz de funcionar más allá de lo conocido, y más allá de la muerte, para llegar a la conciencia trascendental, o sea al nivel de la energía que fluye en el universo, para llegar a ser un ser inorgánico, consciente de sí mismo, pero sin un organismo y en libertad total.
Si analizamos esta cosmovisión sin prejuicios podremos apreciar su semejanza con los fundamentos de las religiones panteístas; y reconocer que se trata de una perspectiva de vanguardia, que curiosamente proviene de culturas menos avanzadas, desde el punto de vista occidental.
Malena
Fuente: “Las enseñanzas de Don Juan”; Carlos Castaneda.
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