Niños que se pasan a la cama de sus padres


Es común que los niños tengan miedo cuando van a la cama y también es bastante frecuente que si se despiertan intenten pasarse a la cama de los padres.

Estos niños además pueden presentar otros comportamientos, que pueden estar expresando una demanda de mayor atención, como problemas en la escuela, tendencia al aislamiento, depresión, trastornos de aprendizaje, dificultades para relacionarse y hasta pueden padecer de enfermedades recurrentes, casi siempre sin demasiada importancia pero que exigen mayor consideración y cuidado.

Las madres concurren a los pediatras para encontrar una solución, pero para este problema no se trata de administrar un medicamento para que los niños comiencen a ser independientes sino de que los padres cambien algunas de sus actitudes que pueden ser las que lo están afectando.

La realidad actual impone que los niños pasen la mayoría de su tiempo en la escuela mientras sus progenitores trabajan; y recién pueden estar con ellos, hablarles y compartir experiencias, cuando regresan a casa.

No siempre los padres llegan a sus casas descansados y dispuestos a prestar atención a sus hijos, ya que lo que desean más que nada es relajarse y estar tranquilos; sin embargo, su jornada laboral no termina cuando salen del trabajo sino que continúa en casa con todas las obligaciones que los esperan, como hacer las compras, preparar la cena, poner el lavarropas etc., y atender a los niños termina siendo su última prioridad; y eso es lo que ellos sienten cuando todos vuelven a casa.

Aunque las madres no trabajen, el problema puede ser el mismo, porque no todas las madres suelen estar psicológicamente presentes para ellos.

Este estilo de vida lleva a un distanciamiento muy pronunciado entre padres e hijos, que corta la comunicación, disminuye la confianza y hace que los padres se conviertan en extraños.

Los niños suelen establecer vínculos estrechos con sus cuidadoras, en el mejor de los casos, pero no siempre se conforman.

Un niño necesita, idealmente hasta los tres años, la presencia de su madre; pero como esto muchas veces es imposible, puede ser reemplazada por una buena sustituta para ayudarlo a desarrollar el vínculo que necesita y poder trasladar esa forma de relación a su grupo social secundario, o sea, la escuela o el jardín.

Recién a esa edad, está en condiciones de enfrentar esta otra de las etapas importantes de desprendimiento emocional que exige la vida para enfrentar al mundo externo con los mejores recursos.

Si esa condición no se cumple, es probable que el contacto con sus pares le resulte difícil y no pueda enfrentar las situaciones de conflicto comunes, lo que incidirá en su capacidad de atención, en su rendimiento, en su aprendizaje y en su modo de relacionarse.

La inseguridad que manifiestan estos niños es lo que los expone al acoso de los compañeros que no tienen escrúpulos de burlarse de su falta de adaptación y timidez.

Es importante que las mujeres se desarrollen intelectualmente y puedan participar en la sociedad con sus conocimientos, porque esa posibilidad le permitirá su independencia económica, las harán sentirse satisfechas y orgullosas y podrán brindar lo mejor de sí mismas; pero si deciden ser madres tendrán que procurar estar presentes para sus hijos el tiempo que se considera indispensable o bien transferir esa responsabilidad a una sustituta que crea un vínculo sólido con el niño y represente un apoyo tan firme como el de ellas.

Por supuesto, no todos los niños son iguales y necesitan la misma cantidad de manifestación de afecto, ya que hay niños que tienen mayor capacidad para desprenderse y socializarse que otros.

Los miedos nocturnos de los niños son comunes y no siempre responden a una causa específica, pero si se pasan a la cama de sus padres todas las noches es porque les está faltando su atención, su presencia psicológica de día, su contención y su apoyo incondicional.

Malena