Hay
niños que roban porque han aprendido esa conducta de su entorno familiar, cuando
son ladrones de oficio y consideran que robar está bien.
Los
hijos de estas personas, incorporarán los mismos valores porque aman a quienes
lo rodean, aún cuando los castiguen y les hagan pasar privaciones, simplemente
porque es su grupo de pertenencia y porque se identificaron con él.
Pero
también existen otros niños a quienes no les falta nada, que pertenecen a
familias que viven una mejor situación social, que van a la escuela y comparten
con sus padres y hermanos una vida aparentemente normal, que no obstante, roban;
le roban a sus padres, a sus hermanos, a sus familiares, a los compañeros del
colegio e incluso roban en los negocios y en los supermercados.
A
veces, familias típicas de clase media que parecen llevar una vida normal, que
tienen un trabajo, que mantienen la casa y a sus hijos y se comportan como
cualquier otra familia de su nivel social, pueden tener conductas inapropiadas
delante de sus hijos, burlando la ley de distintos modos, cometiendo
contravenciones en el tránsito con su vehículo, como pasar luces rojas,
insultar a otros conductores, estacionar en lugares prohibidos; o comportarse
en forma deshonesta cuando hacen las compras, cambiando los precios de los
productos que compran en los supermercados e incluso llevándose cosas pequeñas
en los bolsillos inutilizándole el dispositivo que tienen los paquetes que
acciona las alarmas al salir.
Hay
mucha gente que roba los jabones y el papel higiénico en los baños públicos y
que luego se jacta de ello porque no lo considera un robo sino una travesura
inofensiva e incluso graciosa.
Muchos
se llevan los changuitos de los supermercados con la excusa de que los
necesitan para trabajar, los cestos de residuos de las calles e incluso las tapas de hierro de las empresas de
servicios públicos que hay en las veredas que pueden ocasionar graves
accidentes a las personas que transitan por ellas. Pero la pobreza no justifica la delincuencia,
porque no todos los que son pobres son también deshonestos.
En
los hoteles, es común que algunos turistas se lleven las toallas, los ceniceros
y todo lo que puedan transportar que pase desapercibido cuando dejan la
habitación, y todo eso delante de sus hijos, como si esa conducta no fuera un
delito y formara parte de sus derechos.
Los
hijos hacen todo lo que hacen sus padres porque piensan que si ellos lo hacen
está bien, de modo que incorporan estos valores y se atreven a robar también sin
sentir ningún sentimiento de culpa.
A
veces, hay niños que roban para llamar la atención, cuando sienten que no
reciben el suficiente cuidado o afecto que esperan de sus progenitores; porque están celosos de sus hermanos, tal vez más inteligentes
o capaces, por lo que tratan de superarlos de alguna forma, aunque sea
delinquiendo.
Los
niños copian actitudes de las personas que son significativas para ellos,
trasladándolas a todos los ámbitos de su vida, aunque resulten maliciosas y destructivas.
Cuidemos
nuestras conductas delante de nuestros hijos porque somos el espejo en el que ellos
se miran, nuestra forma de hablar, nuestra forma de tratar a los demás, nuestro
deseo de superarnos y todos nuestros hábitos.
Si
queremos un mundo mejor, la única forma de poder llegar a eso es dándoles la
mejor educación y el buen ejemplo a nuestros hijos; porque no se puede elegir ser
“medio honesto”, se elige ser honesto o deshonesto.
Malena
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