La
infidelidad es por regla general un terreno por el que suelen transitar los
hombres. También existen mujeres infieles,
pero no es una característica común en ellas, sino la excepción de la regla.
La
neurociencia ha investigado cómo influye la maternidad en el cerebro de una
mujer y los cambios cerebrales que experimenta un hombre cuando se convierte en
padre.
Para
una mujer, tener un hijo modifica su forma de pensar y de actuar y cambia su
cerebro y su mente.
El
cerebro de una mujer mejora en muchos aspectos con la maternidad , aumenta el
volumen de su materia gris, en ciertas áreas sus neuronas se agrandan y se
vuelven más activas, favoreciendo sus respuestas frente a la agresión o la
amenaza, a las necesidades vitales de su hijo y a las exigencias del medio; y emocionalmente la madre, se siente inundada
de sensaciones nuevas, volviéndose más sensible y más dispuesta a cuidar a
otro.
La
oxitocina y también otras hormonas, actúan sobre la mujer durante todo el embarazo
construyendo un lazo químico que continuará para siempre.
La
experiencia de la maternidad fortalece la personalidad de una mujer y la
prepara mejor para vivir.
Sin
embargo, aunque también el cerebro del hombre se modifica cuando se convierte
en padre y sus neuronas se renuevan para favorecer la supervivencia de su hijo,
para adquirir una conducta paternal y crear un vínculo entre ellos
irremplazable, su participación no es imprescindible como la de la madre.
La colaboración del padre en la crianza del niño es importante para ayudar a
establecer un fuerte lazo duradero entre ellos, pero las necesidades económicas, pueden
obligarlo a estar durante todo el día fuera del hogar, lo que puede
obstaculizar ese proceso y crear futuros problemas emocionales en sus hijos,
como conductas agresivas, adicciones, hiperactividad, dificultades de atención
y otros.
Las
investigaciones confirman que el vínculo entre un padre y su hijo es más sólido que
la relación con su mejor amigo, no obstante, la distancia entre ellos,
cuando se profundiza, debilita los cambios neurológicos y emocionales que son
imprescindibles para acompañar a la madre en este proceso.
Esta
diferencia, principalmente cuando la mujer se empeña en reemplazar al padre,
haciendo de madre y padre y monopolizando la crianza del bebé, tiene
consecuencias que pueden ser graves.
En
este caso, el hombre puede perder el interés por su hijo, sentirse relegado y comenzar a estar celoso
de él, pudiendo transmitirle señales inconscientes de rechazo.
Una
forma de complementar esta carencia de protagonismo en su familia, es caer en la tentación de
enredarse en una relación con otra mujer.
Teniendo
en cuenta que hasta cuarenta días después que ha parido, una mujer puede sufrir
una disminución de la libido sexual debido a las hormonas que necesita para
criar a su hijo, si sospecha que su pareja se comporta de una manera desleal,
no podrá superar este período y continuará rechazando al hombre mucho más
tiempo y crear las condiciones para que se produzca una infidelidad.
Los
hijos pueden hacer que el vínculo de una pareja se fortalezca o bien que se
debiliten y tanto el padre como la madre pueden ser responsablea de ello.
Permitir
que el padre se conecte íntimamente con su hijo, permitiéndole hacer las cosas
a su manera, es una manera de atraerlo al seno familiar y comprometerlo
afectivamente, haciéndolo partícipe del acontecimiento más importante de su
vida.
Malena
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