Cuando una mujer tiene un hijo cumple el rol de madre como puede y aunque cada
persona es única e irrepetible, existen ciertos tipos de roles
maternos estereotipados que se heredan y que varias generaciones de mujeres repiten en forma
inconsciente.
No
obstante, independientemente de la madre que se haya tenido, lo que puede
neutralizar la posible influencia que puede ejercer para mantener a sus hijos dependientes, es la fortaleza del yo que tenga el
hijo.
La
prueba de esta afirmación es que la madre que arruina a un hijo con su
proceder, aunque se lo proponga, no necesariamente puede hacer lo mismo con otros
hijos.
Una
madre castradora sólo puede entorpecer el desarrollo del hijo que se deja
castrar. A cambio, ese hijo recibirá sus favores,
será su preferido, lo ayudará más que a los otros, o sea, que hará una brutal
diferencia con respecto a la relación con sus otros hijos.
Ese
favoritismo es difícil de eludir, por la enorme gratificación que produce, pero no es gratis, porque por él hay que pagar un precio demasiado alto, como por ejemplo la pérdida de la libertad personal, de la
independencia, de la seguridad en uno mismo, de la propia autoestima y hasta de la identidad sexual.
¿Cómo
rebelarse al dulce yugo de una madre que se desvive por su hijo sin hacerlo sentir culpable y desagradecido, si no se entrega a ella sin condiciones?
Para
una madre su hijo lo es todo, por lo tanto, está dispuesta a hacer hasta lo humanamente imposible por él, lo preocupante de esta sublime devoción es que no
puede evitar, exigir reciprocidad.
El
amor de madre es correspondido mientras sus hijos son pequeños, pero cuando
crecen, sus sentimientos hacia ella cambian y hasta se puede transformar en odio si
ven obstaculizada su tarea de convertirse en personas individuales con
identidad propia.
¿Cómo
puede un hijo rebelarse ante una madre demasiado abnegada, que se ha
sacrificado por él, sin sentirse mal consigo mismo?
Todo hijo tiene la difícil tarea de aprender a resolver este conflicto.
Existe un momento en la vida en que todos tenemos la obligación de independizarnos de nuestros padres y de ser capaces de prescindir de ellos, sin culpas, para poder empezar a autoabastecernos y vivir nuestras propias vidas como personas adultas.
Existe un momento en la vida en que todos tenemos la obligación de independizarnos de nuestros padres y de ser capaces de prescindir de ellos, sin culpas, para poder empezar a autoabastecernos y vivir nuestras propias vidas como personas adultas.
Para una madre, inevitablemente, la separación de sus hijos será dolorosa, pero para bien de los hijos, necesariamente, tiene que ser aceptada con respeto.
La
manipulación es el arma que a veces ciertas madres utilizan para evitar que las cosas
cambien, pero los hijos tienen que aprender a no caer en ella.
El
cambio de roles es posible cuando tanto la
madre como los hijos crecen, los hijos logran su independencia y la madre se
convierte en madre de hijos adultos, con todo lo que ello implica.
Para
los hijos, ser adultos es aprender a asumir la responsabilidad de su propia
subsistencia y para la madre significa seguir con su vida, sin sus hijos.
Para
ambos es un desafío al que no pueden renunciar sin perjudicarse mutuamente.
Malena
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:) ¡Hola, Malena! Imagino que si uno no resuelve ese conflicto con su madre, sufre más en la vida después, ¿verdad?
ResponderEliminarPero, Malena, ¿qué sería de las madres si no tuvieran un hijo que las cuidara?
Si todos hicieran su vida, sería peor, digo yo.
Creo que sí, que después de morir los padres, el hijo se ve peor.
Porque se siente más perdido.
Bueno, saludos, Pablo. ¡ahhh! ¡..y gracias por atenderme!
Dra Lede, buen día. Tengo 3 hijos de 2 compromisos, una de 14 años, uno de 3 y una bebe 8 meses, soy felíz con mis hijas pero no siento apego por mi hijo hombre, me decepcione cuándo supe que era hombre, cuándo lo di a luz no lo recibí cuándo me lo acerco el pediatra no se porqué, horas después la enfermera me pregunto si le di el pecho o le cambie el pañal y yo ni lo había tocado, amo a mi hijo pero desde el embarazo ya fue problemático, nunca me quería recibir el pecho o el biberón, dormia en intervalos de 15 o 20 minutos, se despertaba hasta 20 veces durante la noche, cuándo empezo a comer tampoco la quería, es una tortura darle sus 5 comidas diarias, empuja, muerde, pega, le he pegado varias veces porqué es super insoportable, me doy cuenta de que me molesto por cosas realmente estúpidas, conforme va creciendo siento que lo voy odiando, me ha nacido un sentimiento de mucho odio y desprecio por mi hijo hasta le deseo la muerte, a pesar de que muy pequeño lo trate y lo cuide con mucha paciencia y amor él nunca se apego a mi, desde bebe esperaba a su papá siempre y hasta ahora, a mi nunca me importo que se apegara a él pero ahora que está grandecito y se le debe de enseñar algunas cositas propias de su edad no lo acepta si no viene de su papá y su papá debe de trabajar y mi hijo ha empezado a tener retraso en su desarrollo y no se que hacer, no quiero llegar al punto de castrar a mi hijo
ResponderEliminarhola Li Anne, la conducta de tu hijo se relaciona estrictamente con el rechazo que sufrió desde que nació. En lo posible, si no quieres sufrir males mayores, tendrías que tenerle más paciencia y tratarlo con más afecto.
ResponderEliminarToda madre quiere a sus hijos pero pueden hacer diferencias y eso es bastante común.
Ahora que es más grande. sienta que su madre lo quiere como es.
Ayúdalo todo lo que puedas sin hostigarlo ni molestarte si no te hace caso. De ti depende que se nivele o que siga dando problemas. De todos modos sería conveniente que lo llevaras a un psicólogo y que tu y tu marido participen en esa terapia. saludos, malena