Publicado el 2015/12/28 por Psicóloga Malena Lede
Miedo de amar - Psicología Malena Lede
El amor es algo necesario y debería existir en nuestras vidas, sin embargo, muy pocas personas saben amar de verdad.
En lugar de amar la gente tiene miedo a sufrir, a la pérdida, a la traición y siente celos, rabia, odio, deseos de dominación y posesión, todas emociones negativas enemigas del amor; no saben que el amor verdadero solamente puede llegar a florecer, sin todos esos obstáculos.
El miedo al amor es el miedo a la pérdida del ego, porque cuando realmente se ama el ego tiende a desaparecer, nos entregamos y ya no nos defendemos más.
El ego es la barrera que se interpone entre dos personas que pretenden amarse, la máscara que aprendimos a utilizar para defendernos y que nos impide entregarnos y amar de verdad.
El ego se va formando desde que nacemos, gracias a los esmerados cuidados que recibimos de nuestros padres que nos hacen creer que somos el centro del mundo. Apenas el bebé llora ya corre la madre a amamantarlo, cambiarlo o a hacerlo dormir.
Un bebé puede tener a toda la familia a sus pies ya que nadie se puede negar a satisfacer sus reclamos, por lo tanto cuando crece, si sus padres no evolucionan y siguen consintiendo a su hijo, éste seguirá creyendo que es alguien más importante que los demás y su ego aumentará.
Al crecer, ese niño no podrá modificar ese patrón de comportamiento e intentará dominar a otros niños, aspirará a ser el primero de la clase o se convertirá en el matón del colegio y del barrio; pero al mismo tiempo descubrirá que los demás niños también hacen lo mismo que él y es allí donde nacen los primeros conflictos.
Las personas que alcanzan posiciones de privilegio y se comportan en forma despótica, están anhelando sentir lo mismo que sentían cuando eran pequeños, ser el centro de la existencia, dominar, poseer, ser importantes.
De esta manera construimos un mundo donde viven millones de seres egocéntricos tratando de controlar, manipular, dominar, apoderarse de la riqueza o del poder de cualquier forma, valorando sólo sus creencias y tratando de destruir a quienes no piensan lo mismo.
El ego es necesario solamente al principio, para que el niño pueda experimentar que es bien recibido, aceptado y amado, pero esa protección naturalmente deberá ir cediendo para que pueda surgir un nuevo ser con identidad propia, dispuesto a desarrollar su potencial y a participar en el mundo, aceptando a los demás como son.
El amor es posible solamente cuando nos rendimos, cuando ya no nos resistimos más, cuando nos entregamos; pero no es amor cuando pretendemos obligar a los otros a rendirse.
Si no somos capaces de evolucionar, iremos acumulando ego hasta formarnos una coraza que nadie podrá quebrar.
El ego crea conflictos a todo nivel, en la familia, en la amistad, en el sexo, en el amor, en el trabajo, en la sociedad, y además no permite perdonar.
Cuántos adultos no logran perdonar a sus padres o a sus hermanos; sin darse cuenta que es allí donde reside la base de todos sus conflictos emocionales y que esos conflictos los seguirán persiguiendo mientras vivan.
El que mantiene un conflicto con sus padres estará condenado a recrear el mismo conflicto con todas las personas que se relacione y hasta que no lo resuelva ese conflicto no desaparecerá.
La madurez se logra en primer lugar estando en paz con los padres, que es cuando el ego desaparece, cuando ya no hay nada que demostrar, cuando ya no se necesita ser el centro para ser feliz. Recién entonces se puede amar a otro y llegar a ser la persona que se es.
Malena
Fuente: “Aprender a amar”, Osho.
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