La disconformidad con la propia imagen corporal que
es comparada con los supuestas parámetros que exigen los grupos sociales, puede
producir profundas consecuencias psicológicas en la personalidad, porque ese
ideal de persona que se pretende ser nunca se alcanza y termina provocando
serios desequilibrios psíquicos.
Ese afán de perfección que incluye cruentas cirugías
estéticas, implantes de prótesis, rellenos de siliconas y de otras sustancias
que pueden resultar tóxicas, además de otros procedimientos terapéuticos de
avanzada, llevan a muchas personas a exponerse a riesgosos peligros físicos
permanentes, además de sufrir el consecuente desgaste psicológico.
La valoración social discrimina a quienes hacen caso
omiso de las modas o que se atreven a no cumplir con las presiones externas, priorizando
la imagen corporal por sobre todas las cosas, según lo que se considera
deseable e ignorando otras aptitudes y capacidades.
Los adolescentes son los más sensibles al juicio de
sus pares porque es el momento en que están tratando de lograr la aceptación de
sí mismos y se encuentran más vulnerables a las críticas.
La insatisfacción que siente la mayoría de los
jóvenes por su propia imagen corporal es mucho mayor ahora que en cualquier
otra época, y la búsqueda de recursos
para reparar supuestas imperfecciones ha aumentado considerablemente, lo que se traduce en
mejores ingresos para los profesionales que se dedican a las cirugías estéticas y al cuidado de la belleza del cuerpo.
Lo cierto es que las personas que se obsesionan por
la imagen que proyectan, sufren de una distorsión de la percepción cuando se miran al
espejo, viendo lo que quieren ver y no lo que realmente refleja.
Se puede considerar a esta realidad una verdadera
epidemia con resultados imprevisibles, ocasionada por una sociedad que
identifica la felicidad con la perfección del cuerpo.
La imagen corporal es el objetivo número uno de las
sociedades más desarrolladas, que identifican la belleza física con el éxito y
los altos ingresos, dejando los demás atributos de la persona en segundo plano
o directamente no teniéndolos en cuenta.
Esta realidad, en gran parte, puede ser una de las
causas de la dificultad que tienen los jóvenes hoy en día para madurar y para
no aceptar el paso de los años.
El insaciable anhelo de mantener una apariencia
joven y deseable eternamente, aunque los
métodos para lograrlo constituyan un serio peligro para su salud e inclusive
para su supervivencia, puede ser el síntoma de un conflicto psicológico profundo
que ignoran.
Por esta razón, es recomendable la ayuda de un
profesional de la salud mental para que puedan tomar conciencia del trastorno
de conducta que están padeciendo y para evitar en el futuro mayores problemas.
Malena Lede – Psicóloga
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