Padres que se pelean entre sí, tienen hijos que suelen hacer lo mismo con sus
hermanos; aunque la falta de armonía puede existir, simplemente porque son diferentes.
Escuchar discusiones todo el día molesta y exalta
los ánimos; y no es fácil para los padres con niños chicos, mantenerse indiferentes y no
involucrarse en las discusiones. Sin
embargo eso es lo que tienen que hacer, cerrar la puerta y dejarlos que se
arreglen solos, advirtiéndoles que si siguen molestando tendrán una penitencia, y luego ser capaz de cumplirla.
A medida que crecen los hijos, las peleas entre ellos aumentan; como si la
naturaleza hiciera lo posible para que no se sientan tan cómodos en la casa y
por fin se vayan.
Ahora que la adolescencia se extendió hasta edades adultas,
compartir el hogar con los hijos se hace difícil; porque al ser grandes, se
adueñan de la casa y pretenden desplazar a sus padres.
No es tarea fácil mantener la autoridad cuando se tienen hijos
adultos y llevarse bien con ellos, aunque le ofrezcan una vida cómoda.
Lo mejor sería no hacerlos sentir tan cómodos y
hacer planes como si los hijos ya no estuvieran, dando por sentado que pronto
se irán y podrán recuperar toda la casa para ellos.
Claro que no todos los matrimonios se sienten bien cuando
los hijos se van; algunos, hacen lo
imposible para que se queden, porque sin ellos sienten que son dos extraños;
sin embargo son muchas las parejas que anhelan comenzar una nueva vida, cuando se queda sola.
Así como hacen los pájaros, que obligan a volar a
sus crías y las empujan fuera del nido; los padres deberían hacer lo mismo con
sus hijos, criarlos independientes y ayudarlos a capacitarse para que puedan
dedicarse a trabajar en lo que les gusta y volar cuanto antes del hogar en
busca de su propio horizonte.
Lamentablemente, las grandes ciudades de todo el
mundo están llenas de hombres inmaduros que siendo mayores de edad aún no se
han emancipado.
Suelen ser estudiantes crónicos, o jóvenes y no tan
jóvenes que ni estudian ni trabajan y que todavía viven en la casa paterna
aprovechándose de su hospitalidad y de su bienestar.
Estos hijos que no quieren crecer ni asumir
responsabilidades, no están dispuestos a sufrir privaciones y pretenden vivir
en las mismas condiciones que sus padres
sin haber hecho nada para ganarlas.
El vacío existencial que los acosa, que tratan de amortiguar con una actitud
acomodaticia, puede provocar celos, distanciamiento y enemistad con los hermanos
que ya encontraron su camino y se han independizado.
No es fácil elaborar un proyecto de vida y
cumplirlo, pero es necesario, de lo contrario vivirán frustrados sin haberse
permitido aunque sea intentarlo.
El éxito en la propia vida es la suma de muchos
fracasos, pero son los fracasos los que les permitirán aprender a ser útiles a
la sociedad y no los éxitos.
Los hermanos compiten entre sí no sólo por el amor,
el reconocimiento y la aprobación de sus padres sino por el rendimiento en sus
estudios y por el status social que alcancen.
Es una carrera despareja porque todos los hermanos
son distintos, con vocaciones y capacidades diferentes; sin embargo, esa
hostilidad puede transformarse en envidia y permanecer toda la vida.
Malena Lede - Psicóloga
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